Jean Lorrain, George Sand y Jo Walton
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Jean Lorrain, George Sand y Jo Walton

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«Venecia», de Jean Lorrain, editado por Eric Walbecq, La Bibliothèque, «En el bolsillo», 90 p., 10 €.

“Cartas de Italia a Musset”, de George Sand, editado por Caroline Babulle, 1001 Nuits, 140 p., 4 €.

“O lo que quieras” de Jo Walton, traducido del inglés por Florence Dolisi, Folio, “Fantasía”, 436 p., 9,40 €.

Venecia es la Jerusalén de los desencantadosMeca de los melancólicos. Sus peregrinos, los Maurice Barrès, los Henri de Régnier, no llevan un bastón tosco ni una concha, sino un bastón con pomo de jade y un pastillero lleno de grageas opiáceas. En medio de este selecto ramo de vagabundos desmayados, Jean Lorrain (1855-1906) es un poco como la orquídea negra. Quintaesencia del dandiismo de fin de siglo, cuentista etéreo y sobre todo cronista incansable de los esplendores fétidos y los destellos sulfurosos de las noches parisinas, descubrió Venecia, solo, en el otoño de 1898. Para él, ¡era la Tierra Prometida! “El fanfarrón de los vicios” encontró su Canaán.

Texto pútrido y suntuoso publicado en 1905 en La reseña ilustrada, Venecia condensa la visión lorenesa de la ciudad: la de una necrópolis dormida que se puede oler con los ojos y saborear con la pluma: “lejos del progreso moderno”ella es “Como si estuviera tumbado sobre un espejo enorme” ; Es “Menos una ciudad que un palacio”y “palacio de la muerte” atravesado por góndolas funerarias, “Estos ataúdes largos de madera negra”habitada por un pueblo sin embargo ardiente y vigoroso, gondoleros con la silueta “delgado y musculoso”Veneciano, « fina hirondalle (…) con vuelo suave y fluido »Para Lorrain, Venecia muerta está supurando, inmersa en el tiempo estancado de una historia circular y devoradora. Hace del derrumbe del campanario de la plaza de San Marcos, en julio de 1902, la señal fatal de una inminente inmersión: “Nacida del abismo, que Venecia vuelva al abismo y la perla al mar.” Con Muerte en Venecia (1912), Thomas Mann pronunciará la absolución de esta misa de difuntos. “Se acabó el tiempo de las ilusiones”. Esta notable edición, firmada por Éric Walbecq («el» especialista de Lorena), está enriquecida con cartas del escritor, que matizan y animan el tema.

Visión inversa, y sin embargo relacionadaen George Sand (1804-1876), a quien le gustaba menos la blandura La lánguida y ruinosa Serenissima seduce tanto por la vitalidad de su gente, la calidad de su cocina y los sabores de su vida cotidiana. Pasando ocho meses en Venecia (de diciembre de 1833 a julio de 1834), con y luego sin Alfred de Musset, que había regresado a París, enloquecido por el libertinaje, Sand, según lo narra la editora Caroline Babulle, escribió doce “Cartas de un viajero” (Reseña de los dos mundos1834) escrita a Musset, misivas que nos ofrecen, en tres de ellas, una Venecia encarnada, seductora, popular, llena de canciones e insultos: -Dime, ¿con qué burro soñó tu madre cuando estaba embarazada de ti?

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