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Muertes, canibalismo… La verdadera historia del famoso cuadro

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Se trata de una de las obras de arte más famosas del mundo. “La balsa de la Medusa”, pintada por Théodore Géricault, se exhibe entre los muros del Museo del Louvre de París. Un cuadro emblemático que narra en realidad una de las historias marítimas más tristes y terribles ocurridas a principios del siglo XIX.

El 17 de junio de 1816, mientras Luis XVIII reinaba en Francia y el Tratado de Viena acababa de devolver a la nación su preciada colonia de Senegal, se organizó una expedición para enviar nuevos colonos a África. Medusa, El nombre de la fragata que se propone realizar el viaje, sale de la isla de Aix, en Charente-Maritime, con 392 pasajeros a bordo. El barco francés zarpa en compañía de otros tres barcos: elEcoEl’Argos Y El Loira.

Muy rápidamente se sintieron las primeras preocupaciones a bordo. El comandante, Hugues Duroy de Chaumareys, no navega desde hace más de 25 años. Sólo obtuvo este puesto gracias a la influencia de un poderoso aliado: el hermano del rey de Francia. El destino de la fragata está en manos de un hombre mucho más acostumbrado a los salones parisinos que a las tormentas del océano.

Los barcos salen del puerto con una instrucción precisa: mantener el mismo rumbo. Una orden a la que obedece el comandante del barco. La medusa El barco desobedecerá rápidamente y optará por otra ruta. Pero el barco, sin saberlo, se dirige directamente al Banco de Arguin, una zona traicionera donde la arena y el viento crean una trampa invisible. Un lugar temido por todos los navegantes que navegan por las costas de Mauritania. Por desgracia, ya es demasiado tarde para dar marcha atrás… Este viaje, que se suponía que solo duraría tres semanas, revelará terribles sorpresas que sellarán para siempre el destino de los piratas. La medusa en las turbulentas aguas de la historia.

Sobreviviendo al caos, el horror en la balsa

El 2 de julio de 1816, el barco quedó varado en este maldito banco de arena. A pesar de los esfuerzos de la tripulación por reflotar La medusaEl timón finalmente se rompió. Al amanecer, el capitán dio la fatídica orden de abandonar el barco. Debido a la falta de espacio en los canales, 147 hombres se vieron obligados a subir a una balsa de madera construida a toda prisa. Pero el capitán se dio cuenta de que la balsa era demasiado pesada para ser remolcada. Fue entonces cuando tomó una decisión impensable: cortar las amarras de los canales, dejando 147 vidas a merced de las olas y su destino.

La primera noche a bordo de la balsa se ve marcada por una violenta tormenta que sume a los náufragos en un caos inaudito. Al día siguiente, una veintena de hombres son denunciados como desaparecidos. La comida se limita a una bolsa de galletas y un poco de vino. Se desata un motín entre los soldados, que deciden hundir la balsa. La represión se saldó con la muerte de más de 80 personas. El horror alcanzó su punto máximo con la aparición de prácticas caníbales al tercer día.

El quinto día, sólo treinta personas siguen en la balsa y su estado es crítico: el sol les ha quemado el cuerpo y el agua salada les ha desgarrado la piel. La mañana del 17 de julio, uno de los náufragos ve por fin un barco en el horizonte. Un marinero sube al mástil para señalar su presencia con un paño, en vano… Es este momento de desesperación el que el pintor Théodore Géricault elige plasmar en La balsa de la medusa Dos años después, según testimonios de sobrevivientes.

Los desdichados, a quienes la muerte había perdonado, se abalanzaron con avidez sobre los cadáveres, los cortaron en pedazos y devoraron algunos de ellos en el acto.


Henri Savigny, cirujano a bordo del Méduse

Es entonces cuando el destino de los náufragos dará un giro inesperado. Un milagro ocurre cuando el barco reaparece y finalmente logra localizar a las almas perdidas.Después de trece días de agonía en el mar, finalmente quince supervivientes fueron rescatados. La llegada de la fragata Argos Pone fin a su calvario y los lleva de regreso a Francia. Cinco de ellos morirán durante el viaje de regreso.

El hundimiento de La medusa El cuadro de Géricault se convirtió rápidamente en un símbolo de la crueldad humana, dejando una huella indeleble en la memoria colectiva y encontrando refugio en el Museo del Louvre. En 1817, Hugues Duroy de Chaumareys fue juzgado por la pérdida del barco y el abandono de la balsa. Fue condenado a tres años de prisión y eliminado de la lista de oficiales de la Marina.

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