Para el renombrado restaurador de Brest, la aventura comenzó en el verano de 2014, primero en la calle d’Aboville. El éxito del establecimiento le hizo pensar rápidamente en traspasar las barreras y, cuando a finales de 2015 se le presentó la oportunidad de sustituir a Yvon Morvan, el chef de “L’Armen”, Michel Le Menn dio el paso y montó la calle de Lyon en lo que desde entonces sigue siendo un lugar imprescindible para la gastronomía de Brest.
“El restaurante en buenas manos”
“Espero haber hecho bien mi trabajo todos estos años, pero dirigir un negocio así, solo con mi equipo, durante diez años y medio… Mi cabeza y mi cuerpo me hicieron comprender que necesitaba un descanso », explica el cocinero. Quien ya llevaba un tiempo considerando esta decisión de vender su restaurante pero sin que se materializaran las oportunidades que se le presentaban.
Entonces, hasta hace poco. “Sé que dejo el restaurante en buenas manos”, asegura Michel Le Menn. Los compradores, el chef Vincent Jouyaux en la cocina y su socia Carole, llegan con un currículum determinado. “Ha trabajado tanto en París como en Australia y Nueva Zelanda”, especifica el propietario, que se dispone a entregar las riendas a una pareja ciertamente motivada. El restaurante de 160 m², que en su configuración actual tiene capacidad para 52 plazas, cambiará de nombre y de identidad.
¡No es su último tenedor!
Por tanto, con cierta nostalgia, Michel Le Menn pasa página. Pero sin el menor arrepentimiento. “Hay muchas cosas en las que piensas cuando vendes un negocio”, coincide. “Obviamente, quiero dar las gracias a los clientes, a los clientes habituales, a los amigos, a los amigos. A todas las personas con las que pude trabajar también. Cuando vemos a personas a las que hemos podido formar abriendo restaurantes, ¡sólo puede ser un placer! “.
Premiado por Gault & Millau, reconocido como Maestro Restaurador, Michel Le Menn cumplía todos los requisitos para comer bien pero alimentaba la sensación de “necesidad de un nuevo proyecto”. Todavía no sé lo que nos deparará el mañana”, confiesa. “Ya necesito un descanso”. ¡Necesito descansar, dormir toda la noche y no tener el teléfono en la mano cuando corto el césped! Y luego también quiero viajar”.
Porque, admite el restaurador, “si solo existiera la cocina, ¡sería muy sencillo!”. “. Pero como jefe de la empresa, también debe gestionar las existencias, las compras, la contabilidad, la lavandería y también cuidar del personal. “Aunque estoy bien rodeado, tampoco es fácil encontrar gente… y todos estos extras juegan un papel importante. La pasión no se ha extinguido, pero siento que se ha quedado sin fuelle con el paso de los años”. Por tanto, es un grato descanso que finalmente podrá concederse. Pero una cosa es segura: ¡Michel Le Menn no ha dado su último tenedor!
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