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Por: Mohammed El Qandil *
Todo gran arte comienza con un pastiche, escribió una vez Malraux. Todo gran arte acaba por superarlo, me siento tentado a añadir.
Al principio está la mimesis, la imitación, el parecido que se busca en uno mismo, la búsqueda de un modelo a seguir. La obra se compara con otro, desea ser el otro, se entrega al amor del otro. Narciso y el espejo.
Y luego, llega el momento de la superación, de la deserción, de la búsqueda de uno mismo como entidad independiente, de la elevación de uno mismo como modelo único a valorar, a nombrar con miras a su reconocimiento. Se impone el tiempo de la transgresión, de la violación de cualquier ley coercitiva, liberticida, donde el trabajo va a fertilizar tierras desconocidas, desiertas, exóticas. Prometeo y el fuego.
Esto se debe a que la obra de arte odia el vacío, el vacío. Sólo puede nacer, concebirse y erigirse como obra si pone en juego otras obras, otras entidades imaginarias. Otras obras antiguas y actuales.
La obra es un cuestionamiento a sus semejantes. Es un viaje creativo.
Cualquier obra de arte que se presente como ex nihilo, surgida de una región cuyo origen y gestación se desconocen, es ciertamente falsa. Está llena de pretensiones.
Por eso todo gran artista, quizás sin saberlo, rinde homenaje a sus predecesores. A quienes alimentaron su visión, dieron forma a su imaginación, dieron impulso al salto al magma de lo demiúrgico.
Todo artista digno de ese nombre renueva una ética del reconocimiento: Sin Edgar Allan Poe Será difícil concebir una Baudelairesegún algunos críticos; sin Dostoievskimuchos novelistas europeos; sin kafkaliteratura absurda… Sin ritsus, Rilke, salim Barakato incluso Gentees difícil imaginar el brío, la profundidad, el compromiso… de Mahmud Darwich.
¿Y sin embargo la obra de arte comunica? ¿Debería reclamar su parte de sociabilidad? ¿Su diálogo con un receptor?
si creemos Rilkela obra de arte es infinitamente solitaria, nada puede alcanzarla ni tocarla, excepto el amor. Es pura incomunicabilidad según Blanchot. Lo que se configura en el misterio de sí mismo, extrae de sus fibras su autenticidad, dialoga con su memoria presente y futura, en ningún caso puede hablar con el otro, ser captado por el otro, prestarse al juego de la pretendida erudición y sistemática. análisis. Sin valor comercial ni calculable, la obra, en el sentido profundo del término, rechaza el ruido, los protagonismo, los aplausos, las miradas de admiración…
Ella es silencio. Silencio modesto. Generosidad de la sombra.
Ella está toda en la luz auroral de quien sólo firma al morir.
*Poeta, investigador en literatura y artes visuales / Inspector educativo
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