Fotógrafa y cofundadora de la bienal de fotografía de Mulhouse, Anne Immelé propone una nueva exposición titulada Melita, cemento −MLṬ [melet]Refugiohasta enero en la galería Stimultania.
Durante un viaje a Malta quedó fascinada por el mar Mediterráneo, y por las cuevas maltesas, que lo bordean y fueron los primeros refugios del ser humano. Combinando la historia de los fenicios, este antiguo pueblo de comerciantes, y el presente de los exiliados, ha diseñado una exposición que pone de relieve el refugio que la naturaleza puede ofrecer. La exposición es itinerante, la artista concede gran importancia a su propio movimiento, al de su proyecto, así como al de los refugiados cuyos retratos pinta. Después de exponer en Italia, en Treviso, en una iglesia, en las calles de Palermo, en Malta y en Túnez, la exposición tiene lugar en la galería Stimultania, en el barrio Gare de Estrasburgo.
Melita, cemento −MLṬ (en hebreo), que se refiere directamente a la ciudad de Malta, intenta incluir una multitud de cuestiones actuales (políticas, ecológicas, sociológicas). En un enfoque colectivo y militante, este lugar aboga por la accesibilidad del arte a través de diversos talleres de mediación, en particular su juego. las palabras del clicque nos permite cuestionar las imágenes que nos rodean.
Un diálogo universal
Anne Immelé establece un paralelo entre la expansión del mundo fenicio en los albores de la antigüedad y la condición contemporánea de las personas obligadas al exilio. Se parte de una observación: la búsqueda de refugio es universal. A través de sus fotografías ofrece una “constelación de imágenes que crean una conexión entre la atemporalidad de las rocas y lo efímero de las vidas humanas”.
La exposición se divide en cuatro partes, la última de las cuales presenta la naturaleza como refugio. Para el artista, los árboles con sus hojas, las cuevas e incluso los suelos arenosos representan esta figura hospitalaria, siempre dispuesta a acoger. En la exposición, presenta cuevas maltesas fotografiadas a diferentes escalas, o incluso un árbol milenario. En una de las fotografías también podemos ver a un hombre refugiado bajo este gigantesco árbol; las inmensas raíces le permiten apoyarse y sugieren brazos extendidos que le permiten descansar. La escenografía de la exposición vincula seres no vivos y elementos de la naturaleza (hojas, ramitas, guijarros) con las fotografías de Anne Immelé, ofreciendo un espacio armonioso y original a los visitantes.
Una exposición sobre, con y para los exiliados
El enfoque del artista pretende ser inclusivo y solidario. Anne Immelé va al encuentro de exiliados en centros de acogida de diferentes países, escucha sus historias, sus viajes y, admirando su coraje y su fuerza, decide darles un espacio para expresarse. Desde la entrada, un pergamino se extiende desde el techo hasta el suelo, y narra trágicos episodios de travesías mortales. También hay una serie de retratos acompañados de un breve texto que resume la historia y el recorrido de este pueblo en busca de refugio.
Apenas visibles y con poco apoyo, estas personas a veces son estigmatizadas en los países europeos de acogida. Con esta exposición la idea es revertir la imagen del “migrante amenazador” que puebla el discurso político. La exposición se construye con y para estas personas en tránsito, por un lado escuchando sus testimonios y haciéndolos visibles a un gran público y, por otro, favoreciendo exposiciones en lugares menos convencionales que los museos, accesibles a todos. como fachadas exteriores, iglesias, asociaciones con entrada gratuita (como Stimultania). La idea es que esta exposición salga de ámbitos privilegiados y, por tanto, esté dirigida a ellos.