En detalle, el Departamento de Cultura, Medios y Deportes gastó más de 60 millones de euros, mientras que el Ministerio del Interior gastó más de 26 millones de euros para asegurar el evento.
Publicado el 22/11/2024 07:59
Actualizado el 22/11/2024 08:06
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La factura es conocida. La coronación del rey Carlos III el año pasado costó a los contribuyentes británicos 72 millones de libras (o 86,5 millones de euros), según cifras oficiales publicadas el jueves 21 de noviembre. Se han levantado críticas para denunciar un gasto demasiado elevado y desconectado de la realidad de los contribuyentes, a quienes se han pedido duros esfuerzos en los últimos años.
Según las cifras, el Departamento de Cultura, Medios y Deportes (DCMS) gastó 50,3 millones de libras (60 millones de euros), mientras que los costes para asegurar la coronación por parte del Ministerio del Interior alcanzaron los 21,7 millones (26 millones de euros). Carlos fue coronado rey oficialmente en la Abadía de Westminster en mayo de 2023 en una ceremonia a la que asistieron dignatarios de todo el mundo. La noche siguiente se organizó un suntuoso concierto en el Castillo de Windsor.
Es probable que la revelación del proyecto de ley general, para el cual algunas estimaciones superan los 100 millones de libras esterlinas, provoque una mayor condena por parte de los antimonárquicos en el Reino Unido. Estos últimos han aumentado sus críticas a la familia real y a las sumas que recibe -que consideran excesivas e injustas- en estos tiempos de escasez presupuestaria.
El país está atrapado en una crisis pospandemia, con la inflación en su nivel más alto en décadas durante la mayor parte del año pasado, mientras que la falta de crecimiento económico ha provocado una caída del nivel de vida. Los escépticos señalan también que el monarca británico, que recibe más dinero público que sus homólogos europeos, es un multimillonario capaz de pagar la mayor parte de las facturas de la institución. Según una encuesta de YouGov realizada antes de la coronación, más de la mitad de los británicos pensaban que el gobierno no debería financiar la ceremonia.