De Bretaña a los bancos de Luxemburgo, ¿cómo llegó usted al mundo de las finanzas?
Nací en Bretaña y pasé mi infancia entre Rennes, Saint-Brieuc y Lorient. Después del bachillerato, me inscribí en un curso de preparación HEC en París porque mis padres me dijeron que eso llevaba a todo. Dos años después, entré a HEC. En esta escuela te explican que eres parte de la élite, que trabajarás en grandes empresas. Al final de mis estudios, seguí a un chico al este de Francia y encontré trabajo en Luxemburgo, donde hay muchos bancos. Empecé en 2002 en Dexia. Después de unos años, no se me pasó por alto que estaba trabajando en un paraíso fiscal que favorecía la evasión fiscal de los muy ricos. Empezó a crear nudos en mi cabeza pero no dejé mi trabajo. Cinco años después, fui a Dexia en Bruselas, durante la crisis financiera de 2007-2008.
¿Qué estás observando durante esta gran crisis?
La crisis de las hipotecas de alto riesgo fue provocada por los préstamos concedidos a los pobres en Estados Unidos. En mi banco, antes de que estallara la crisis, estos préstamos se consideraban “productos interesantes”. Sin embargo, en el momento de la explosión, millones de personas tuvieron que abandonar sus hogares. También observo que se gasta mucho dinero público para evitar la quiebra de otros bancos, después de Lehman Brothers. Sin embargo, esto no impidió que se pusieran en marcha planes sociales, afectando a personas que no tenían nada que ver con todo eso. A pesar de esta gravedad, veo que los bancos quieren irse tranquilamente, como antes. Lo mismo ocurre con los paraísos fiscales donde las prácticas no han cambiado. Me dije a mí mismo que se había acabado. Que ya no tenía nada más que hacer allí.
¿Cómo fue tu reconversión?
Durante mi baja por maternidad en 2010, me tomé el tiempo para pensar. Me enteré de la existencia de la ONG Finance Watch, que trabaja en las regulaciones financieras europeas. Estuve allí del 2011 al 2016. Entonces quise compartir mi experiencia y pude convertirla, en forma de conferencias gesticuladas, en una herramienta de educación popular. El proyecto del cómic llegó en 2019, de la mano del diseñador Jeremy Van Houtte.
¿A través de su novela gráfica, el objetivo es brindar una herramienta de comprensión al público en general?
El sesgo es decir que el sistema financiero y bancario es central para el funcionamiento de nuestra economía capitalista. Sin embargo, debemos ser capaces de entender lo que está sucediendo para poder tener una ciudadanía plena.
Su cómic se llama “La máquina de destrucción: por qué hay que acabar con las finanzas”. ¿Tiene el lector una respuesta definitiva al final de su historia?
Sí, creo que sí, pero no todo el mundo estará necesariamente convencido. El objetivo es mostrar cómo las finanzas son una herramienta que acelera los procesos de destrucción, monopolización y despojo inherentes a nuestro sistema económico. La historieta aborda la financiarización a través de ejemplos concretos, como la vivienda o la comida.
¿Podemos temer otras crisis importantes en el futuro?
¡Pero ya han sido muchos! Si tomamos el año 2020, durante el confinamiento en China, todos los mercados se desplomaron. En Europa, la primera medida no fue reforzar los hospitales, ¡sino una intervención del BCE para evitar el colapso de los bancos! Todas estas acciones parecen fuera del campo político, aunque sean eminentemente políticas. Cuando el gobierno francés habla de pagar la deuda, podríamos preguntarnos a quién le pagamos los intereses, a quién llenamos los bolsillos. Hoy en día, el gasto público en salud y educación se está reduciendo, todo para reembolsar a los inversores. Este es un error monumental.
Práctico
Aline Farès y Jérémy Van Houtte estarán en la librería Albertine de Concarneau, este viernes 22 de noviembre, a las 19 h, y el sábado 23 de noviembre, a las 15 h, en la librería Turbulences de Quimper. Más información en la web alinefares.net