En Castelnau-le-Lez, cerca de Montpellier, el restaurante Le Tremplin forma a cocineros y camareros con discapacidad. En esta ESAT abierta al público, estos trabajadores ponen en práctica sus conocimientos mientras evolucionan en un entorno solidario e inclusivo.
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En Castelnau-le-Lez, cerca de Montpellier, el restaurante de formación El trampolínadscrito a ESAT (Establecimiento y Servicio de Apoyo al Trabajo) Vueloilustra perfectamente la alianza entre formación profesional e inclusión. Este lugar, abierto al público, ofrece a sus empleados con discapacidad un entorno solidario para aprender y practicar los oficios de restauración en condiciones profesionales reales.
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El restaurante Le Tremplin forma a cocineros y camareros con discapacidad.
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©FTV.
Entre los miembros del equipo, Léo Barbezieux, de 34 años, brilla en la cocina. “Desde pequeña he sido feliz de ir allí. Veo gente, ya no estoy solo, no estoy en mi burbuja y eso me hace sentir bien”confiesa entusiasmado. Sin embargo, su recorrido no ha sido lineal. Durante su cocina CAP, Léo atravesó un período de dudas. “Me harté demasiado en un momento, casi me rompo, límite, límite”explica. El estrés en el aula amenazó con acabar con su sueño de convertirse en chef.
Fue en este restaurante de práctica donde encontró el equilibrio. Con su diploma en mano, prefiere un entorno adecuado, donde se respete su ritmo. “Es necesario que me vigilen, que me tranquilicen. Tenemos menos presión aquí.“, explica.
Antes de unirse El trampolínlos empleados reciben formación en restauración colectiva en un centro especializado. Este enfoque progresivo les permite adaptarse a la realidad de servir en el comedor o en la cocina. Alessio Chiodo, monitor del taller, garantiza que las actividades se desarrollen con calma y pedagogía. “Si fallamos, tendremos que empezar de nuevo. Incluso puedes perderte un servicio. Hay que utilizar palabras delicadas, con instrucciones que no sean demasiado complejas.”subraya.
Este entorno sereno permite a todos expresar sus talentos y superar sus dificultades. Tanto en el comedor como en la cocina, las habilidades se hacen valer. Desde hace un año, el equipo dirige este restaurante con un orgullo contagioso.
Muchos clientes que frecuentan el establecimiento elogian la calidad de la cocina y el alma extra de este lugar. “Es una buena mesa, eso es lo que importa. Y después, el lado de inserción es el más”confiesa un habitual.
Léo, por su parte, observa atentamente las reacciones de los invitados: “Miro todo el tiempo… ¿Terminan bien su plato? Si se llevaron la carne, ¿se la terminaron? Hay que saber si les gustó o no”.
Para Lazreg Ghenaim, responsable de comunicación de UNAPEI 34 y ESAT d’Occitanie, este restaurante representa una demostración concreta de las posibilidades que ofrece la inclusión: “los trabajadores que tenemos aquí tienen una historia con una institución. Pero también es una demostración, viéndolos trabajar, de que es posible, que la discapacidad no condena.”
Algunos, como Léo, esperan algún día postularse para un restaurante en la ciudad. Otros prefieren continuar su camino aquí, con su equipo y su jefe.