“Kinderzimmer” de Ivan Gros es una extraordinaria novela gráfica sobre el campo de mujeres nazis de Ravensbrück. Incorporando más de doscientos dibujos realizados por los reclusos, ofrece una reflexión sobre la propia representación de los campos nazis y muestra dimensiones poco conocidas.
“Kinderzimmer” es una obra única. Relata su propia génesis en sus primeras páginas. En 2013, Ivan Gros, especialista en literatura y grabador, conoció a Mounette, cuyo verdadero nombre es Simone Gournay, presidenta de la asociación de ex deportadas del campo de concentración de mujeres de Ravensbrück, al norte de Berlín.
Mounette ve con escepticismo las instalaciones actuales del campo. El nuevo museo parece no decirle nada: esa ropa de reclusa colgada así, limpia, sin bichos en las costuras, no dice la verdad… Percibe que la máquina de la memoria se está quedando sin vapor. Le gustaría que Ivan Gros hiciera algo. ¿Pero qué?
Ella llama su atención sobre dibujos de deportados, hechos en el campo. Dibujar era un acto severamente castigado: quienes dibujaban querían testificar, arriesgando sus vidas. Espectáculo. Y nos han llegado varios cientos de dibujos. Pero para Ivan Gros, estos dibujos necesitan un contexto. Para darles su significado y su medida, es necesario incluirlos en una historia.
Para recordar hay que imaginar.
Adaptación de una novela.
En 2013 se estrenó “Kinderzimmer”, una novela de Valentine Goby. Esta ficción, construida con mucho cuidado a partir de varios testimonios, cuenta la historia de Mila, una detenida política que llegó al inicio de su embarazo al campo de Ravensbrück. Efectivamente, allí existía el “Kinderzimmer”, la habitación de los niños: sí, allí las mujeres daban a luz. Allí nacían bebés. Allí las madres amamantaban. Unos cuantos de estos niños, muy pocos, sobrevivieron.
Ivan Gros decidió entonces adaptar la novela de Valentine Goby en forma de novela gráfica. Lo cual hace en unas placas de 360. Pero su idea va más allá de la adaptación: integrará más de doscientos dibujos de deportados. Para garantizar la unidad gráfica, los copió a mano alzada: un trabajo sobre el estilo en el que dedicó miles de horas, buscando qué manera de dibujar podía incorporar las demás.
Los dibujos de los deportados están indicados por un pequeño número que permite, al final del volumen, conocer el autor del original. En sus propios dibujos, Ivan Gros no renuncia al expresionismo, e incluso a las visiones, un componente ausente en los dibujos realizados in situ: como impresionantes piojos gigantes o un brazo que sale de la boca de una parturienta, representando el dolor que quiere salir. y que debe tragar con fuerza.
Imagina sin perderte
El autor cuestiona mucho la exactitud de su enfoque. ¿Cómo imaginar sin perderse en tus propias fantasías? ¿Cómo captar al sujeto sin usurpar un poco de su aura? ¿Cómo tratar gráficamente la desnudez de los cuerpos? En varias ocasiones dejamos la historia y el autor plantea sus preguntas. Lo hace a través de frases enmarcadas, colocadas en la página como inscripciones, epitafios.
Llene los vacíos de la memoria evitando la fantasía.
Estos pasajes notables buscan y encuentran una ética en la representación de los campos nazis. Continúan los debates protagonizados por otros artistas, citados: Claude Lanzmann, director de la película “Shoah”, para quien el interior del campo no puede ser en ningún caso objeto de una representación; Art Spiegelman, autor de “Maus y Metamaus”, obra que reflexiona sobre la transmisión de esta memoria.
Rompiendo con la prohibición de la figuración sin duda. (…) Lo que queda por poner a prueba es el discernimiento, la sensibilidad y la honestidad.
Una manifestación de esperanza
Al final del volumen encontramos notas sobre los caricaturistas del campo. Devuelven todo el libro al lado de la realidad.
Unas semanas después de la lectura, Mila, la protagonista ficticia, se desvanece en la memoria lectora detrás de la realidad que porta a través de su historia y su cuerpo. Porque poner el embarazo y la lactancia en el centro de un campo de concentración es poner al cuerpo femenino en una situación extrema e indescriptible en su centro. Mientras que el parto sigue siendo, a pesar de todo, una posible manifestación de esperanza, vivida como tal por las internas.
Ivan Gros dedicó diez años al “Kinderzimmer”. Mientras tanto, Mounette ha muerto. El resultado es un libro impresionante e importante.
Francesco Biamonte/ld
Ivan Gros, “Kinderzimmer”. Basada en la novela de Valentine Goby, Editions Actes Sud BD. Agosto de 2024.
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