Por primera vez en 16 años, Bruce Springsteen y su E Street Band subieron el jueves a un escenario de Montreal, frente a 21.650 de sus discípulos. Una histórica velada de Halloween en la que se ahuyentaron fantasmas, pero se convocó a otros para participar en la fiesta.
Publicado ayer a las 23:28.
Cuente siempre con Bruce Springsteen para celebrar una ocasión especial con una canción finamente elegida. Pero ¿qué iba a sacar el Jefe de su bolsa de sorpresas para celebrar Halloween? Eran poco más de las 19.30 cuando, precedidas por un órgano debidamente aterrador, la E Street Band intentó lo que nadie hubiera previsto: una versión divertida, tan deliberada como aproximada, de Cazafantasmas por Ray Parker Jr.
Esta es, según nuestra investigación, la primera vez que el tema principal de la película homónima de 1984 aparece en el programa de un espectáculo del hombre que, en 1984, estaba ocupado lanzando un álbum titulado Nacido en los EE.UU..
Todo el Bell Center estaba lleno el jueves por la noche. Todo el Bell Center como en: cada asiento, incluso en las secciones traseras, se derrite. Cada asiento… ¡incluso detrás del escenario! Lo que significa que 21.650 personas vinieron a comulgar, otros tantos discípulos que sin duda eran conscientes de que Bruce debía ser recogido en Montreal cuando falleciera. Su última visita fue el 2 de marzo de 2008 y el presidente americano era entonces George W. Bush.
Le E Street Big Band
Iniciada en febrero de 2023, la actual gira del jefe de jefes respondió inicialmente a una selección de canciones que variaban muy poco o nada de una noche a otra, decisión de la que se ha permitido desviarse cada vez más en las últimas fechas.
Pero el jueves por la noche, Mr. New Jersey esencialmente se habrá reconectado con el esqueleto de este programa tal como se concibió inicialmente (además de algunos regalos que los fanáticos recordarán durante mucho tiempo, como Carreras en la calle). Las canciones reproducidas en las posiciones 4 y 5 resumen bien el mensaje: Sin rendiciónsu promesa juvenil de nunca darse por vencido, y fantasmasen el que se dirige a todos los fantasmas de sus amigos desaparecidos, a quienes encontrará del otro lado.
Aunque todavía sonreía, Springsteen parecía realmente necesitar –al menos vocalmente– su ampliada E Street Band durante fantasmas. Compuesto por 17 músicos, incluidos cuatro coristas y cinco músicos de metal, este grupo majestuosamente poderoso tiene más en común con una big band que con una banda de rock. Bruce también pudo contar con la maravillosa voz nasal de su propio Keith Richards, Steve Van Zandt, que estaba vestido de pirata, no porque fuera Halloween, sino porque nunca sube al escenario vestido de otra manera.
No fue hasta la octava canción, corazón hambrientoel primer éxito real de su carrera, que Bruce parece haberse sacudido el óxido y que el Bell Center parece haber recordado que una visita tan rara tenía que ser honrada.
Le seguirían dos versiones sólidas de canciones un poco más inusuales, primero ciudad atlántica, Entonces jovencitoque el autor de estas líneas lleva mucho tiempo soñando con escuchar en concierto. El sueño finalmente se hizo realidad el jueves y el mago Nils Lofgren arrebató a la Vía Láctea su prodigioso solo (y su guitarra). Es mucho para ese tipo de momentos que no hay nada en la vida como ir a ver conciertos.
El único paréntesis político de la velada precedería Largo camino a casauna oración para que su país recupere la salud. “Estamos atravesando un momento increíblemente crítico para nosotros en Estados Unidos y para nuestra democracia”, declaró sobriamente el amigo de Barack Obama, antes de interpretar esta pieza publicada durante su última visita a la ciudad, mientras la guerra ardía. Irak.
La eternidad de la amistad.
Springsteen siempre ha sido transparente sobre la inmensa deuda de su trabajo con la música negra, pero rara vez en su carrera ha invitado mejor, con la ayuda de sus coristas, lo espiritual de su música, en el sentido más noble del término. turno de noche es, noche tras noche durante esta gira, una plataforma luminosa ofrecida al E Street Choir, incluidos Ada Dyer y Curtis King. Y el jueves no fue la excepción. La parte más introspectiva y seria de la velada había comenzado.
En 1975, Bruce Springsteen le prometió a un amigo que, a pesar de sus lealtades contradictorias, seguirían siendo “amigos para siempre”, en una de sus mejores canciones, Callejuelas. Tenía veintitantos años y probablemente sabía poco sobre lo que realmente significa perder a alguien cercano a uno.
En 2024, Bruce Springsteen sitúa esta misma canción justo después El último hombre en piededicado al fallecido George Theiss, que hasta 2018 era el único superviviente de las Castillas, su primer grupo. “A medida que envejecemos, el duelo se convierte en una faceta de la vida”, explica en un conmovedor monólogo.
Por tanto, es con la guitarra extendida hacia el cielo, donde ahora se encuentra su camarada, con la que Bruce Springsteen comienza Callejuelasuna canción de casi 50 años, en la que logra hacer decir cosas que inicialmente no contenía.
Es muy probable que en el Bell Centre los amigos que eran demasiado hombres para decir “te amo” finalmente se atrevieran a dar el paso. El jueves por la noche se repartieron abrazos varoniles con tanta generosidad en la casa CH como dulces en las calles del resto de la ciudad.
Esta versión de ocho minutos de Callejuelas seguirá siendo la versión definitiva de esta oda a la eternidad de la amistad, que el rockero interrumpe con otro breve monólogo durante el cual explica que lo más importante que le guarda a George no es su caja de discos de 45 rpm, sino todos los recuerdos que su la memoria contiene. Entonces Bruce señala su corazón y todos lloran.
Siempre hay una cuestión de trascendencia en la obra de Bruce Springsteen. Trascender el entorno original, trascender los bichos heredados de los padres, trascender la idea que uno tenía de sí mismo. Pero la trascendencia que discute en su actual gira, gracias a la historia que teje a través de su cuidadosa elección de repertorio, es también la del diálogo que la música nos permite establecer con nuestros muertos, con aquellos que ya no están.
Y una música empapada de recuerdos, nos sobraba en el tramo final: Nacido para correr, rosalita, Bailando en la oscuridad, incluso Gira y grita, con todas las luces de la arena encendidas, porque al otro lado del dolor siempre hay vida otra vez.
Por eso, con Springsteen, a veces es un poco posible creer en la eternidad. La del pasado, la del presente y la del futuro, todas contenidas en un mismo estribillo. Y la eternidad, el jueves por la noche, nadie quería que terminara.