Yelena Yemchuk: Odesa, ciudad encantada

Yelena Yemchuk: Odesa, ciudad encantada
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Cruzando contra el olvido

Odesa, son en primer lugar niñas y niños jóvenes que asisten a la Academia Militar de la ciudad, de 16 y 17 años. Los descubrimos uniformados, pero también en escenas en las que se revelan de maneras sorprendentes, a veces incluso desnudándose ante la cámara. Porque si bien todos estos adolescentes pronto irán a luchar al frente –en un contexto de invasión y anexión de Crimea por parte de –, sin embargo, crecieron en un contexto, tienen un pasado y una vida cotidiana, que no se compone sólo de Ejercicios y disciplina militar.

A medida que leemos el libro, descubrimos sus rostros particularmente expresivos, sus trajes extravagantes y extravagantes, los interiores de sus apartamentos, sus ruinas y sus rincones oscuros y secretos de la ciudad. Asistimos a encuentros muy dispares, situaciones lynchianas. encontramos con una pareja de siluetas opuestas, un joven que lleva una cicatriz al estilo de Harry Potter… La mirada perspicaz de Yelena Yemchuk refleja un inmenso humor, que dice en alguna parte: aquí todo es posible. Parecen personajes de películas de los años 70, o incluso figuras sacadas de cuadros, porque Yelena Yemchuk, además de fotógrafa, es directora de cine y pintora. Hay, en cualquier caso, en esta ciudad que tanto inspira al artista, algo que ha resistido al tiempo, y por tanto a la modernidad. “En Odessa la noción del tiempo es diferente. Es una ciudad fuera del tiempo”dice en el prefacio deOdesa.

Cuanto más nos acercamos a la mitad de la obra, más claroscuros se bañan las imágenes. Durante nuestra travesía llega un momento en el que sólo vemos el gris de la ciudad, la dureza de sus fachadas, la soledad de sus vecinos. Pero eso sin contar con la alegría de vivir visceral y el optimismo del fotógrafo, que cierra la última parte con la fantasía propia de la juventud odesita. El libro de Yelena Yemchuk resulta finalmente cercano al género narrativo y describe una ciudad encantada pero, sin embargo, muy real. “Mi trabajo contiene elementos que funcionan tanto en esta realidad como en un estado más onírico, y siempre es importante para mí que mi trabajo conserve un elemento de humor”, expresa el artista. La ciudad, situada a orillas del Mar Negro, se ha convertido hoy en un lugar imprescindible transformado por la guerra. Yelena Yemchuk ofrece como contrapunto una visión personal y delicada del mismo, plasmada con colores suaves y la impresión de un tiempo suspendido. Para mostrar otra realidad, una que se está ahogando en la violencia de la política. Y tal vez, salvando así a Odessa del olvido.

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