La historia en planchas saca sus cartuchos.

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“Le Monde” ofrece un avance de tres láminas del tercer volumen de la magistral serie que se publica actualmente: “Madeleine, resistente” (Dupuis), relato autobiográfico de la vida de Madeleine Riffaud, por sugerencia del guionista Jean-David Morvan y del ilustrador Dominique Bertail. MADELEINE RIFFAUD, JEAN-DAVID MORVAN, DOMINIQUE BERTAIL, ÉDICIONES DUPUIS

La segunda Guerra Mundial “También” inspiraron a los autores de historietas. No tanto, sin duda, como el anterior, fuente de innumerables historias que tienen como escenario las trincheras de Verdún o los “rostros rotos” como héroes, un corpus dominado por la obra monumental de Jacques Tardi. Menos simbólico, a nivel iconográfico, de los horrores de la guerra, 39-45 dio origen sin embargo a uno de los picos del 9mi arte : Maus, de Art Spiegelman, novela gráfica publicada en Estados Unidos entre 1980 y 1991 que relata las memorias del padre del autor, un superviviente de los campos de exterminio. Ante la imposibilidad de representar lo que no puede ser (la Shoah), el diseñador estadounidense utilizó el proceso del antropomorfismo, dando a los judíos la apariencia de ratones y a los nazis la de gatos.

Este artículo está tomado de “Número especial Le Monde: 1944 – Del desembarco a la liberación de Francia”mayo de 2024, a la venta en quioscos o en línea visitando el sitio web de nuestra tienda.

Treinta y cinco años antes de los primeros bocetos de Maus, otro ilustrador, Edmond François Calvo, utilizó el mismo sistema gráfico para contar la historia de la Segunda Guerra Mundial. Dentro ¡La bestia está muerta!, los franceses están encarnados por ardillas y conejos, los alemanes tienen cabezas de lobo y los estadounidenses tienen bisonte liberador. Con guión de Victor Dancette y Jacques Zimmermann, esta otra obra maestra de la historia del cómic presenta la singularidad de haber sido producida durante el conflicto, y no después, “en vivo” o casi a partir de los hechos descritos.

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Al desembarcar en Francia, los soldados introducirán a las poblaciones liberadas en productos típicos del estilo de vida americano. : chicles, Coca-Cola, vaqueros… Pero también superhéroes. Uno de ellos disfrutó entonces, en Estados Unidos, de un aura particular: el Capitán América, creado en diciembre de 1940 por Joe Simon (guión) y Jack Kirby (dibujo). Vestido con los colores del Star-Spangled Banner, el personaje se define por su odio hacia los nazis, contra quienes lucha a través de aventuras con fuertes tintes patrióticos. Llamados a servir bajo las banderas, Simon y Kirby interrumpirán su colaboración durante la guerra. El segundo desembarcará en Normandía diez días después del Día D y participará en la batalla de Metz (27 de agosto-13 de diciembre de 1944) bajo las órdenes del general Patton. Evitó por poco la amputación de sus pies.

Una vez apagadas las armas, la Segunda Guerra Mundial no quedará desatendida por las historietas. El cómic llamado “station” se hará cargo del conflicto, sobre todo en Gran Bretaña, con la aparición de revistas Comando (DC Thomson) y Biblioteca de imágenes de guerra (Flota). Heroísmo, reconstrucción de batallas, glorificación de hazañas armadas estructuran estos minirrelatos maniqueos plasmados en imágenes por dibujantes extranjeros entonces poco conocidos, como Hugo Pratt, en un registro bélico alejado del humanismo del futuro Corto Maltés.

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