Ni una ni dos, las hermanas Hilton vistas por Christian Hecq y Valérie Lesort

Ni una ni dos, las hermanas Hilton vistas por Christian Hecq y Valérie Lesort
Ni una ni dos, las hermanas Hilton vistas por Christian Hecq y Valérie Lesort
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Las hermanas Hilton, de Valérie Lesort. Dirección: Christian Hecq y Valérie Lesort, durante el ensayo general en el Théâtre des Céléstins, en Lyon.

Las fotos encontradas en Internet las muestran como dos adorables niñas que, en apariencia, no se diferencian de las niñas de su época –la de los años 10 en Inglaterra–, con sus lazos de raso en el pelo y sus vestidos de encaje. Sólo que… De foto en foto, Daisy y Violet Hilton siempre están juntas, pegadas la una a la otra, en la misma posición. Y por una buena razón: unidas entre sí, eran, irremediablemente, desde que nacieron gemelas siamesas, unidas por la base de sus espinas.

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Su extraordinaria historia no podía dejar de atraer al dúo de actores, guionistas y directores formado por Christian Hecq y Valérie Lesort, con su gusto por el monstruo y lo extraño, seres marginados, rechazados por la sociedad. El destino de las hermanas Hilton está, pues, en el centro de su nuevo espectáculo, creado en el Théâtre des Célestins de Lyon antes de salir de gira por toda Francia. Y como este destino es también emblemático de la sociedad del espectáculo que se desarrolló a principios del siglo XXmi Siglo, con el auge del circo, el cabaret, la comedia musical y el cine, es también la ocasión para que el inefable dúo juegue con las formas a su gusto, transgrediendo alegremente los límites del buen y del mal gusto: un teatro monstruoso.

Exhibido desde los tres años

Daisy y Violet fueron fenómenos desde el principio, ya que fueron exhibidas desde los tres años, con fines comerciales, por su madre adoptiva, Mary Hilton. Y desde entonces nunca abandonaron el universo paralelo del espectáculo, Moloch que las atrajo y luego las sacrificó, en esta América a la que se incorporaron a partir de mediados de los años 1910. Sabían cantar y bailar, eran guapas, y tuvieron un enorme éxito primero en los circos ambulantes, luego en los escenarios de Broadway, antes de que Tod Browning las eligiera para su famosa película. Fenómenos (El desfile monstruoso), en 1932.

La historia es evidentemente una bendición para Valérie Lesort y Christian Hecq, que la instalan, escena tras escena, en un universo de circo y cabaret donde los personajes parecen sacados directamente de las cortinas de terciopelo rojo que envuelven el escenario. El tono lo marcan desde el principio los dos maestros de ceremonias que abren la función, hermanos gemelos que instauran el tema del doble que recorrerá todo el espectáculo.

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Y como siempre, no faltan las ideas y abundan las sorpresas. Teatro de sombras, objetos animados, comedia musical, striptease, magia, códigos del cine mudo y de las películas de terror… Christian Hecq y Valérie Lesort revisitan todo un folclore del circo y del espectáculo de feria, sobre todo porque a ellos se ha unido otro gran inclasificable de la creación escénica contemporánea, el mago y payaso Yann Frisch. Todo se mezcla, en juegos de ilusión tan seductores como inquietantes, una ilusión que parece el estado mismo de existencia de personajes que la realidad ha rechazado de su esfera: hombre-baúl, Hércules de feria, acto de lanzamiento de cuchillos verdadero-falso (?) tan hilarante como inquietante, aparición del famoso mago Houdini, que enseña a las hermanas Hilton a “disociarse mentalmente”. Christian Hecq incluso rehabilita una disciplina olvidada que estaba de moda, eso sí, en aquellos tiempos no tan antiguos: los pedos.

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