Pero no, el “Balón de Oro” de Lookman no es un escándalo. El delantero nigeriano ha realizado una magnífica temporada. A nivel de clubes, llevó al Atalanta de Bérgamo, que no figura entre los grandes presupuestos europeos, a la consagración en el C3, donde fue ultra decisivo. Sólo en la final marcó un hat-trick (3-0 contra el formidable Leverkusen, a pesar de ser gran favorito y estar invicto durante toda la temporada). Es el tipo de actuación que te deja boquiabierto.
Con Nigeria recordemos su magnífica CAN. Llevó a su equipo a la final y está entre los mejores jugadores de la competición.
Incluso antes de la votación, Ademola Lookman era la favorita número uno para ganar este trofeo de “jugador africano del año” (aunque sigamos usándolo, la denominación Balón de Oro ha desaparecido oficialmente desde la retirada de Francia -Fútbol, creador del trofeo).
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Mejor aún, el segundo favorito detrás de Lookman no se llamaba en realidad Hakimi sino Serhou Guirassy, el fenomenal goleador guineano, que tuvo una mala temporada con el Stuttgart en la Bundesliga, y que confirma hoy en Dortmund. Guirassy es un poco como el síndrome de Osimhen, Balón de Oro 2023. A los votantes les gustan los goleadores probados, las estadísticas locas y, en general, los atacantes.
¿Y Hakimi, entonces? Seamos honestos: si el pistón derecho marroquí camina actualmente sobre el agua, especialmente con el PSG, su última temporada no fue la mejor. Incluso podemos decir que fue bastante normal. Con París lo ganó todo a nivel local, pero se perdió las grandes citas europeas. En la Liga de Campeones, y eso es una constante en él, lucha por subir su nivel y trascender. Siempre ese cosito que se atasca, que falta…
En cuanto a su CAN, recordemos que no fue muy bueno. Hakimi incluso falló este penalti decisivo, en el octavo contra Sudáfrica, que podría haber cambiado el rumbo del partido. El actual mejor jugador del PSG sabe, a día de hoy, lo que aún le falta para alcanzar algún día el máximo reconocimiento individual africano. Es un jugador magnífico, imparable cuando está de pie, muy bonito de ver, espectacular, pero que debe progresar mentalmente y convertirse en un auténtico líder, un jefe.
La semana pasada, en Marrakech, nos hubiera gustado que, a pesar de todo, ganara nuestro Hakimi nacional. Incluso nos lo creímos un poco. Pero el milagro no ocurrió. Se respetó la lógica deportiva. Quienes gritaron mal, quienes se burlaron argumentando que Marruecos y Hakimi simplemente sirvieron como “proveedores de catering” para recibir y servir a Lookman, están equivocados. La ceremonia de Marrakech fue hermosa y Ademola fue una gran ganadora. Es un gran éxito africano y es mérito de Marruecos.
Es cierto que Yassine Bounou podría haber ganado el Balón de Oro de 2023 y, finalmente, regresar a Osimhen. También es cierto que Marruecos, en su momento actual, merece volver al Balón de Oro. El último ganador es Mustapha Hadji, vencedor en 1998. Una eternidad. Pero conocemos el defecto, sabemos lo que hay que corregir: Marruecos debe brillar en la CAN. El año que viene, tal vez, si todo va bien…
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