Cavado en la cantera, el estadio Viouzou tiene todo lo necesario para convertirse en el escenario de una desagradable trampa. Algunos habitantes de Dijon se preguntarán sin duda dónde acabaron esta tarde cuando llegaron. Con la barandilla cerca del campo y vigilada por los aficionados de los Rojos y Negros, el entorno puede parecerles hostil. “Este recinto tiene un lado rural y un césped que nos parece difícil por las imágenes que percibimos”, desconfía Baptiste Ridira, entrenador del DFCO. No es necesario mirar el termómetro para asegurarse de la hospitalidad del lugar. Por la noche se esperan temperaturas negativas.
“Nadie hubiera pensado que fuera posible”
Independientemente de las previsiones, la tarde promete ser cálida para el clan Espaviot. Y no sólo gracias al vino caliente que se sirve en la nueva barra de refrescos. Los locales están impacientes ante la idea de vivir los primeros dieciseisavos de final de la historia de su club. La presión ha ido aumentando poco a poco desde el sorteo. Primero fue el alivio de poder albergar este partido de gala. Entonces rápidamente se puso en marcha la máquina, entre líderes y voluntarios, para prepararse lo mejor posible para esta celebración. “Queremos que los jugadores estén en las mejores condiciones para lograr la hazaña”, subraya el presidente Christian Perbet.
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