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La caída mediática de Patrick Roy: nada va bien

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Son tiempos difíciles para Patrick Roy y sus isleños de Nueva York.

El martes por la noche, el equipo sufrió una humillante derrota por 4-0 ante los Carolina Hurricanes, lo que elevó su récord a 12-14-7 después de 33 juegos.

Este catastrófico comienzo de temporada recuerda a 2013-2014, una era oscura en la que los Islanders también parecían incapaces de encontrar su ritmo.

De hecho, estamos hablando de su peor comienzo de temporada en 10 años.

Contra los huracanes, los isleños simplemente no existían. Pyotr Kochetkov, el portero de los “Canes”, realizó 32 paradas para lograr la blanqueada sin mucha dificultad.

El primer tiempo marcó el tono de una velada de pesadilla: en menos de tres minutos, Jordan Martinook y Andrei Svechnikov infligieron dos goles a los amorfos Islanders.

La dura prueba continuó en el segundo tiempo, donde Tyson Jost y Sebastian Aho dieron en el clavo, llevando el marcador a 4-0. Incapaces de responder, los hombres de Patrick Roy parecían perdidos, sin dirección clara ni combatividad.

El problema de los isleños es profundo. El equipo muestra una ofensiva anémica y un juego defensivo desorganizado, deficiencias que reflejan un sistema de juego rígido y obsoleto.

Patrick Roy, conocido por su intensidad y exigencia, lucha por inspirar a sus jugadores.

Las críticas comenzaron a acumularse, tanto en los medios como entre los seguidores, que cuestionaban la capacidad de Roy para cambiar la situación.

Con sólo 12 victorias en 33 partidos, los Islanders se estancan en el séptimo lugar de la División Metropolitana, lejos de los puestos de playoffs.

Este desempeño insuficiente ejerce una enorme presión sobre Roy, cuyos métodos y decisiones son cada vez más controvertidos.

Los rumores de tensiones en el vestuario no ayudan en nada. Fuentes internas informan que algunos jugadores tienen cada vez más dificultades para seguir los exigentes métodos de Roy, quien a veces parece abrumado por las realidades modernas de la NHL.

Las repetidas malas actuaciones rompen la confianza y la energía que animaba a Roy cuando llegó parece colapsar.

La falta de producción ofensiva es particularmente alarmante. El equipo, que lucha por marcar goles, depende demasiado a menudo de sus porteros para seguir siendo competitivo.

Sin embargo, ni siquiera Ilya Sorokin, una de las pocas luces en esta oscura temporada, no puede salvarlo todo por sí solo.

Esta derrota ante los Hurricanes es un nuevo episodio en una temporada ya difícil, pero también podría marcar un punto de inflexión.

Si los Islanders no muestran signos de progreso rápidamente, Patrick Roy podría ver seriamente amenazada su posición como entrenador en jefe.

El próximo partido contra los Maple Leafs en Toronto el sábado será crucial. Otra mala actuación podría hundir un poco más a Roy, cuyo aura legendaria ya no basta para enmascarar las evidentes deficiencias de su equipo.

Las expectativas eran altas cuando Patrick Roy tomó las riendas de los Islanders, pero la realidad fue brutal: el equipo se estaba desmoronando y Roy parecía incapaz de detenerlo.

Su reputación de ganador se ve dañada por una temporada en la que todo parece ir mal.

Si Roy no encuentra rápidamente una manera de reunir a sus tropas y revivir a su equipo, su aventura en Long Island podría terminar antes de lo esperado.

La pregunta es simple: ¿Podrá Patrick Roy salvar a este equipo o él mismo se está derrumbando con él?

Las próximas semanas serán decisivas, tanto para los Islanders como para la carrera de Patrick Roy, un hombre acostumbrado a la gloria, pero que ahora se enfrenta a uno de los mayores retos de su carrera.

El Rey se encuentra hoy en el centro de una tormenta mediática que sigue intensificándose. Desde su llegada al banquillo de los Islanders, el técnico quebequense ha pasado del estatus de potencial salvador al de chivo expiatorio de una organización en crisis.

En Long Island nada va bien. Los catastróficos resultados en el hielo, combinados con tensiones internas y métodos controvertidos, sumieron a Roy en una crisis sin precedentes.

Roy es conocido por su intensidad y su enfoque intransigente, pero sus métodos de entrenamiento rápidamente generaron controversia.

Después de varias derrotas humillantes, Roy se habría impuesto interminables sesiones de patinaje, que recuerdan a sus años detrás del banquillo de Quebec Remparts.

Estas “prácticas punitivas, en las que se empuja a los jugadores hasta el agotamiento, han dejado su huella en el vestuario.

“Parece que quiere derribar jugadores para reconstruirlos a su imagen, pero eso no es lo que este equipo necesita”. dijo un miembro del séquito de los isleños bajo condición de anonimato.

Estos métodos, si bien fueron efectivos para algunos equipos en el pasado, parecen haber perdido su impacto.

Los jugadores, que ya están frustrados por un sistema de juego rígido y un rendimiento deficiente, están dejando de responder. Peor aún, algunos habrían expresado su desacuerdo en voz baja, alimentando rumores de un vestuario dividido.

Los arrebatos emocionales de Patrick Roy no son nuevos, pero adquieren una magnitud particular en un contexto donde todo parece escaparse de él.

Después de una remontada casi fatal de los Chicago Blackhawks en una victoria por 5-4, Roy dejó salir su frustración en una conferencia de prensa:

“Si hubiera estado en el lugar de Sorokin, me habría roto el bastón en el vestuario. Es inaceptable jugar así ante un portero de su calibre. »

Esta afirmación fue vista como una culpa directa hacia sus jugadores, ampliando aún más la brecha entre el técnico y su equipo.

Las rabietas de Roy, ya sean dirigidas a sus jugadores o expresadas públicamente, alimentan una percepción cada vez mayor: la de un hombre abrumado por los desafíos modernos de la NHL.

La relación entre Patrick Roy y Lou Lamoriello, director general de los Islanders, también está en el centro de las tensiones.

Lamoriello, conocido por su control absoluto sobre los equipos que dirige, parece haberse distanciado de las dificultades de su entrenador.

Mientras el equipo continúa desmoronándose, Lamoriello permanece sorprendentemente en silencio, negándose a defender a Roy públicamente o compartir la culpa por los fracasos.

Fuentes cercanas a la organización incluso sugieren que Lamoriello podría estar preparando el terreno para un cambio detrás del banquillo, aunque aún no se ha anunciado ningún movimiento.

Esta dinámica tensa entre Roy y su director ejecutivo complica aún más la situación, dejando a Roy aislado en una organización en crisis.

Los medios no se dan por vencidos. Cada error, cada decisión controvertida, cada rabieta de Roy es examinada y amplificada.

Los periodistas locales y nacionales ya no dudan en cuestionar sus habilidades:

“Los Islanders son un equipo sin alma ni dirección, y Patrick Roy sólo está empeorando la situación”. (El Atlético)

“Puede que Roy sea una leyenda, pero parece incapaz de liderar un equipo en la NHL moderna”. (Correo de Nueva York)

Esta crítica constante añade presión adicional sobre Roy, quien parece cada vez más afectado por esta cobertura mediática negativa.

Sobre el hielo, los Islanders parecen un equipo sin identidad. Su ofensiva está entre las peores de la liga, su defensa es porosa y su sistema de juego parece sacado de una época pasada.

Los jugadores clave están luchando por encontrar su ritmo, e incluso el portero estrella Ilya Sorokin está empezando a mostrar signos de frustración.

Esta espiral negativa parece imposible de revertir y Patrick Roy es el primero en pagar el precio.

Patrick Roy, alguna vez considerado un potencial salvador de los Islanders, ahora está al borde del precipicio.

Sus intensos métodos, sus rabietas y su incapacidad para adaptarse a la realidad moderna de la NHL han erosionado la confianza de sus jugadores, su director general y el público.

“La caída de Patrick Roy es tan espectacular como inevitable. Lo que se suponía que sería una nueva etapa gloriosa en su carrera bien podría convertirse en uno de sus mayores fracasos”. escribe un columnista de deportes de Long Island.

Si los Islanders no muestran signos de progreso en las próximas semanas, despedir a Roy puede ser la única opción que le queda a una organización que busca respuestas.

Pero para Patrick Roy, esta experiencia en Long Island seguirá siendo una amarga lección, una mancha en una brillante carrera.

La pregunta que queda: ¿Patrick Roy podrá recuperarse o este otoño marcará el final de su aventura en la NHL?

Sólo el tiempo lo dirá, pero por ahora, el futuro parece sombrío para el legendario número 33.

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