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Martin St-Louis se desplomó frente a Matvei Michkov: la verdad sale a la luz en Montreal

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La verdad acaba de salir a la luz: Matvei Michkov y Martin St-Louis nunca habrían trabajado juntos.

La gestión “blanda” de St-Louis y su incapacidad para imponer normas claras habrían sido un verdadero obstáculo para el desarrollo de Michkov.

Kent Hughes y Jeff Gorton, ya conscientes de este problema, prefirieron evitar una catástrofe prevista.

Miremos lo que está pasando en Filadelfia. John Tortorella, un entrenador conocido por su estricta disciplina y enfoque intransigente, supervisa a Michkov con mano de hierro… pero con resultados increíbles.

Desde que quedó fuera durante dos partidos a principios de noviembre, Michkov ha respondido de manera brillante: 17 puntos en 16 partidos, un récord de +11 y, sobre todo, una responsabilidad defensiva que ha sorprendido incluso a sus mayores detractores.

Tortorella impuso un mensaje claro:

“Si un jugador no reacciona de la manera correcta, seguirá sentado. No estoy en el negocio de jugar a la guardería. Estoy en el negocio de la enseñanza. »

Estos comentarios mordaces demuestran la diferencia con Martin St-Louis, que habría hecho todo lo posible para salvar a Michkov, en nombre de un enfoque más “benevolente”.

¿El problema? Michkov no necesitaba un líder pastoral, necesitaba un líder autoritario, capaz de educarlo sin darle vía libre.

Martin St-Louis, a menudo elogiado por su enfoque como jugador profesional, ha demostrado sus límites. En Montreal los errores no se castigan.

Kirby Dach puede soportar castigos estúpidos sin que lo pongan en su lugar. Juraj Slafkovsky puede vagar por el hielo o atacar a periodistas sin temer nunca el castigo.

Imagínese a Michkov en un ambiente así: sus intentos de juego fantasioso, como el famoso “Michigan”, serían aplaudidos por St. Louis sin ninguna corrección.

Tortorella habló de ello con franqueza:

“No me gusta este juego. Creo que no tiene cabida en nuestro deporte. Pero no voy a castigarlo por eso. Sólo quiero que entienda cuándo y cómo usar sus habilidades. »

Ésa es la diferencia entre enseñar y halagar. Tortorella canaliza el talento en bruto de Michkov y al mismo tiempo establece estándares claros.

En Montreal, St-Louis habría sido incapaz de transmitir este mensaje. ¿Los resultados? Una versión inmadura de Michkov, desperdiciada en un ambiente permisivo.

Estas son las consecuencias reales de un entorno “blando”

Entendemos mejor por qué Kent Hughes y Jeff Gorton prefirieron evitar a Michkov durante el draft.

El dúo directivo sabía muy bien que St-Louis no era el hombre adecuado para gestionar un talento tan explosivo.

Con Tortorella, Michkov aprende a equilibrar su creatividad con una autoridad inflexible. Fue eliminado de la alineación, fue criticado por penalizaciones costosas, pero aprendió.

Su récord de +11 demuestra que ya no es sólo un delantero con mentalidad ofensiva; se convierte en un jugador completo.

En Montreal, bajo el gobierno de St-Louis, este proceso nunca habría tenido lugar. Se dice que la mentalidad de club de campo sofocó a Michkov y frenó su desarrollo.

Si algunos seguidores todavía critican la decisión de haber preferido a David Reinbacher a Matvei Michkov, es hora de ver las cosas desde otro ángulo.

Hughes y Gorton sabían que con St. Louis, Michkov habría estado mal supervisado. El joven ruso, a menudo descrito como “intenso y exigente”, habría necesitado un agarre firme, un modelo capaz de llevarlo al límite.

Martin St-Louis nunca ha sido ese tipo de entrenador. Su filosofía, basada en la confianza y la paciencia, puede tener sus ventajas con algunos jugadores, pero no se adapta a talentos explosivos como Michkov.

Claramente, Montreal se salvó de un posible choque monumental entre un jugador en busca de la excelencia y un entrenador demasiado “gentil”.

La elección de Filadelfia con Michkov demuestra lo que se puede lograr con un ambiente estricto y disciplinado. John Tortorella, con su carácter autoritario, es exactamente lo que Michkov necesitaba para alcanzar su máximo potencial.

En Montreal, la realidad es bastante diferente. Martin St-Louis, a pesar de su buena voluntad, es prisionero de una actitud demasiado permisiva que no produce ni resultados ni disciplina.

La afición lo ve: al equipo le falta rigor, los errores se repiten y los jugadores se estancan en la mediocridad.

Si Kent Hughes y Jeff Gorton hubieran elegido a Michkov, habrían sacrificado un diamante en bruto en un entorno incapaz de pulirlo.

La decisión de pasar su turno es lógica… pero reveladora. El problema no es Mishkov. El problema es Martin St-Louis.

Un líder autoritario es esencial para formar ganadores. Montreal, con su club de campo y su entrenador demasiado indulgente, simplemente no tiene lo necesario para desarrollar un jugador como Michkov.

La lección es dolorosa, pero clara: mientras el club de campo persista, los talentos excepcionales no tendrán cabida en Montreal.

La pregunta del millón: ¿Necesitaría el CH un entrenador como John Tortorella?

John Tortorella es a menudo descrito como un dinosaurio en el mundo del hockey moderno, pero su método no está desactualizado.

Con Matvei Michkov logró encontrar un delicado equilibrio entre disciplina y desarrollo, sin comprometer nunca la estructura ni las expectativas de su jugador.

Cuando Michkov fue eliminado de la alineación durante dos partidos a principios de noviembre, Tortorella no tomó esa decisión para castigarlo gratis.

Tenía un mensaje claro que transmitir: los errores defensivos y la pereza sin el disco no serían tolerados. La respuesta de Michkov fue inmediata y ejemplar:

“Sabía que iba a reaccionar correctamente. De lo contrario, habría seguido sentado. No estoy aquí para ser madre, estoy aquí para enseñar. »

No es crueldad, es transparencia. Tortorella le dio a Michkov la oportunidad de corregir sus defectos y demostrar su valía.

¿El resultado? Desde su regreso, el joven prodigio ha acumulado 17 puntos en 16 partidos y ha registrado un impresionante diferencial de +11.

Pero lo más llamativo sigue siendo su juego defensivo: ya no es un peligro defensivo, se ha convertido en un jugador completo.

El método de Tortorella no se basa únicamente en enfrentamientos individuales. También se asegura de que el entorno que rodea a Michkov favorezca su aprendizaje.

Los veteranos del equipo, como Sean Couturier, juegan un papel clave en este proceso:

“Está aprendiendo a ser responsable sin el disco. Se gana nuestra confianza y eso es enorme. »

Sobre el hielo, los compañeros de Michkov, como Owen Tippett, transmiten los mensajes del entrenador en tiempo real. Tortorella no duda en confiarles parte de la responsabilidad:

“Hay mucha comunicación. Queremos que Matvei sepa exactamente qué hacer. Cuando no puedo hablar con él, sus compañeros de equipo transmiten el mensaje. »

Este enfoque crea una sinergia única. Michkov no se siente aislado; al contrario, ve que su equipo cree en él y mantiene altos estándares.

Este apoyo estructural, combinado con la autoridad de Tortorella, forma un jugador que entiende que ningún error está excusado, pero cada lección es una oportunidad para mejorar.

Imaginemos por un momento a Michkov bajo la dirección de Martin St-Louis. ¿Se habría quedado dos partidos fuera? Probablemente no.

En cambio, St-Louis supuestamente intentó “alimentar” a Michkov con un estímulo vago y una indulgencia fuera de lugar.

El resultado habría sido predecible: Mishkov habría seguido jugando de forma irresponsable, sin corregir jamás sus defectos.

La diferencia fundamental entre Tortorella y St-Louis está ahí. Tortorella no tiene miedo de cambiar las cosas para que un jugador comprenda lo que se espera de él. St-Louis prefiere jugar la carta de la benevolencia, un enfoque que puede funcionar con ciertos jugadores, pero que habría fracasado estrepitosamente con un talento explosivo e intenso como Michkov.

“Tiene una competitividad y un fuego que me encanta”, a dit Tortorella en parlant de Michkov.

Este es precisamente el fuego que podría haberse apagado en Montreal, donde la cultura de los clubes de campo permite a jugadores como Slafkovsky o Kirby Dach superar partidos vergonzosos sin consecuencias.

Matvei Michkov se está convirtiendo en un jugador de élite gracias a un método duro y transparente. John Tortorella ha demostrado que, incluso en una época en la que el hockey avanza hacia una mayor “dulzura”, un entrenador exigente puede sacar lo mejor de sus jugadores.

En Montreal, este requisito no existe. La cobertura hombre a hombre es un desastre, los errores abundan y ningún jugador parece temer las repercusiones.

En tal ambiente, Michkov se habría estancado, convirtiéndose en otro jugador frustrado, perdido en una cultura de niños reyes.

La verdad, por dura que sea, es que Martin St-Louis no estaba preparado para Michkov. Kent Hughes y Jeff Gorton se dieron cuenta demasiado tarde, pero al menos evitaron un estrepitoso fracaso al no seleccionar al joven ruso.

El problema, sin embargo, persiste: mientras los Montreal Canadiens se nieguen a imponer altos estándares a sus jugadores, este equipo seguirá vegetando en la mediocridad.

El contraste entre Filadelfia y Montreal es sorprendente. Por un lado, un entrenador intransigente que impulsa talentos excepcionales hacia la excelencia; por el otro, un entrenador que gestiona su equipo como un club social donde los errores pasan desapercibidos.

Si el canadiense realmente quiere reconstruir, debe plantearse una pregunta crucial: ¿Es Martin St-Louis el hombre adecuado para ello?

Porque si un jugador como Michkov necesita una Tortorella, ¿qué mensaje le estamos enviando a Montreal aceptando suavidad y excusas?

Kent Hughes y Jeff Gorton pueden considerarse afortunados por haber evitado un matrimonio condenado al fracaso.

Pero lo más preocupante sigue siendo: el problema cultural persiste en Montreal. Mientras el rigor no sustituya a la complacencia, los Montreal Canadiens seguirán soñando con los campeones que nunca crearán.

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