La bomba lanzada por Elliotte Friedman sacudió el mundo del hockey: Elias Pettersson, considerado hasta hace poco la estrella en ascenso de los Canucks, ya no es intocable.
En Vancouver, la organización estaría abierta a canjear a su jugador central, incapaz de justificar su increíble contrato de 92,8 millones de dólares durante ocho años.
Esta noticia encendió inmediatamente discusiones entre los aficionados, incluidos los de los Montreal Canadiens.
Muchos de ellos ya sueñan con ver a Pettersson ponerse el uniforme tricolor, pero Kent Hughes fue claro: Nick Suzuki es intocable.
Después de una temporada 2023-2024 marcada por un descenso en los playoffs, Pettersson vive actualmente un verdadero descenso a los infiernos.
Con ocho magros goles y 26 puntos en 29 partidos, decepciona en todos los frentes. Lo que más sorprende en Vancouver no es sólo su pobre producción ofensiva, sino también su actitud considerada indiferente.
Sin olvidar que él y JT Miller están en conflicto abierto lo que parece empañar el ambiente en el vestuario.
Las estadísticas respaldan su declive: la tasa de tiro de los Canucks cuando está en el hielo ha bajado un 20% respecto a la temporada anterior.
Sus pases, alguna vez tan precisos e impredecibles, se han convertido en máquinas de perder pérdidas.
Tanto los fanáticos como los analistas luchan por reconocer al jugador que alguna vez fue considerado un maestro de la visión y la creatividad ofensiva.
Rick Tocchet, el entrenador de los Canucks, fue despiadado. En el último partido, dejó a Pettersson en el banquillo durante todo el tercer tiempo, un claro mensaje de que la confianza en su jugador estrella se está desmoronando rápidamente.
Con un salario anual de 11,6 millones de dólares, las expectativas para Pettersson eran inmensas. Pero, a estas alturas, su rendimiento está muy por debajo de lo que se podría esperar de un jugador de esta talla.
Incluso su patinaje, que alguna vez fue uno de sus principales puntos fuertes, parece haber perdido velocidad, y los rumores de problemas físicos ya no son suficientes para excusar sus pobres actuaciones.
En Montreal, Nick Suzuki seguramente observa con alivio esta situación. Criticado por su aparente indiferencia o su incapacidad para expresarse en francés, Suzuki, que gana menos de 8 millones al año, se enfrenta a mucha menos presión.
Y sobre todo, cumple.
En Vancouver, Pettersson es el centro de atención y su incapacidad para estar a la altura de las expectativas convierte el más mínimo error en un verdadero drama.
Según Friedman, los Buffalo Sabres han iniciado negociaciones con los Canucks, proponiendo un intercambio que incluye a Dylan Cozens y otros elementos por el sueco.
Sin embargo, la cláusula completa de prohibición de cambios de Pettersson podría ser un gran obstáculo. Buffalo no es el destino elegido por un jugador que ha mostrado su descontento jugando con compañeros como Jake DeBrusk y Max Sassons.
Para el canadiense, adquirir Pettersson sería un gran desafío. Si Suzuki está fuera de discusión, Kent Hughes tendría que sacrificar jugadores como Michael Hage, Kirby Dach y muchos otros para convencer a Vancouver.
Pero Hughes fue claro: no quiere destripar a su equipo por un jugador en crisis, por muy talentoso que sea.
Los fanáticos de los Canucks están empezando a perder la paciencia. En las redes sociales, algunos ya piden deshacerse de Pettersson, calificándolo de carga financiera.
Otros, más optimistas, esperan que pueda recuperarse. Pero cada partido sin respuesta por su parte amplía aún más la brecha entre él y sus seguidores.
Si Pettersson no cambia las cosas rápidamente, esta relación ya debilitada con la organización podría llegar a un punto sin retorno.
La perspectiva de ver a Pettersson llegar a Montreal parece lejana, incluso utópica. Con Kent Hughes inflexible sobre el valor de Suzuki y los fanáticos también divididos sobre la idea de sacrificar jugadores jóvenes por talentos que se desvanecen, este acuerdo es más un sueño que una realidad.
Para Pettersson la prioridad es clara: recuperar la confianza y la intensidad.
De lo contrario, su aventura en Vancouver corre el riesgo de terminar en amargura y arrepentimiento.
Si Montreal lo quiere, será necesario sacrificar a Michael Hage, ya que los Canucks quieren un pívot joven en la transacción.
Kent Hughes nunca lo aceptará.
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