Mientras la tormenta se intensifica en torno a los Montreal Canadiens, TSN, a través de la voz de Darren Dreger, ha puesto fin a las especulaciones sobre el inminente despido de Martin St-Louis.
Según Dreger, el entrenador mantendrá su puesto, al menos por ahora, pero este indulto no es una señal de confianza absoluta.
Por el contrario, es la preparación para una venta de liquidación lo que monopoliza la atención de la dirección. Esta gran limpieza, aunque redefine el futuro del club, también ofrece al St-Louis una nueva serie de excusas para explicar el descenso del equipo a los infiernos.
Kent Hughes, exasperado por un equipo incapaz de competir y un vestuario agobiado por jugadores que retroceden, prepara una limpieza a fondo del mercado de transacciones.
Se rumorea que veteranos como Mike Matheson, David Savard, Christian Dvorak y Joel Armia serán canjeados para maximizar el valor de los activos disponibles en el mercado.
Jake Evans también estaría lejos de ser intocable.
Esta estrategia, aunque se alinea con una visión de reconstrucción a largo plazo, representa una bendición para St-Louis, que podrá justificar repetidos malos resultados por la ausencia de ejecutivos experimentados.
“Cuando se quita a los veteranos, es más fácil hablar de proceso que de resultados”
Con esta venta de liquidación, el objetivo implícito queda claro: terminar en el sótano del ranking y obtener la elección más alta del draft.
Este enfoque podría aliviar la presión inmediata sobre el entrenador, pero también expone un problema estructural: si St. Louis no pudo hacer avanzar al equipo con una plantilla completa, ¿cómo podría hacerlo con un grupo aún más joven e inexperto?
El nombre de Matheson sigue apareciendo en las discusiones, y por una buena razón. A pesar de su papel como defensa número uno y su importante tiempo en el hielo, su desempeño inconsistente y su dificultad para estabilizar la defensa lo convierten en un objetivo lógico para un intercambio.
“Ya no estará allí cuando CH sea competitivo”.
Su contrato asequible y su valor de mercado podrían atraer selecciones de draft o talento joven necesarios para la reconstrucción que está lejos de terminar, a pesar de que ya han pasado tres años.
David Savard también será sacrificado.
Líder respetado, pero cada vez más limitado físicamente, Savard también será intercambiado.
Christian Dvorak y Joel Armia serán los pesados a liquidar.
Adquirido a un alto precio bajo la dirección de Marc Bergevin, Dvorak nunca estuvo a la altura de las expectativas, mientras que Armia, tan inconsistente y perezosa, encarna el tipo de jugador del que Hughes quiere deshacerse para seguir adelante.
Si esta liquidación trae un respiro a St. Louis, no resuelve la creciente división dentro de la administración.
Esto no impide que Jeff Gorton, vicepresidente de operaciones de hockey, se canse de la gestión pro-jugador de St. Louis y Kent Hughes, que considera demasiado indulgente y desconectada de las exigencias de la NHL.
“A Gorton no le gusta lo que ve”dijo Therrien en TVA Sports.
Esta divergencia entre Gorton, partidario de un enfoque disciplinado, y el dúo St-Louis-Hughes, centrado en el desarrollo del paciente, crea una tensión evidente en el segundo piso.
En este contexto, la liquidación se convierte en una doble estrategia: una limpieza necesaria por el bien del equipo, pero también una forma de poner a prueba los límites del liderazgo de St. Louis.
Con un equipo despojado de sus veteranos, Martin St-Louis se encontrará en una situación paradójica. Por un lado, se beneficiará de margen de maniobra y de un pequeño respiro ante los rumores de despido.
Por otro lado, tendrá que demostrar que puede sacar lo mejor de este grupo y establecer una identidad clara para el equipo.
El canadiense tiene preocupantes carencias, tanto defensivas como ofensivas. Imagínese después de la venta de liquidación. Es como si quisiéramos darle a St. Louis aún más excusas por ser un mal entrenador.
La liquidación le da a St. Louis una excusa de oro para justificar los fracasos de esta temporada, pero también sirve como prueba de fuego.
En Montreal, donde la paciencia escasea y las expectativas son altas, el técnico tendrá que demostrar que es capaz de construir un equipo competitivo desde cero. Como si le estuviéramos dando otra oportunidad.
Una centésima oportunidad.
Si el trío Hughes-Gorton-St Louis no aprovecha esta liquidación para redefinir la dirección del equipo, las críticas podrían convertirse rápidamente en llamados a un cambio.
Y esta vez, ni siquiera el argumento del proceso será suficiente para proteger a St. Louis de la presión.
La venta de liquidación puede ser una oportunidad de renacimiento para el canadiense y Martin St-Louis, pero también podría marcar el principio del fin para el técnico.
En un mercado tan exigente como el de Montreal, el fracaso nunca es una opción sostenible. Ya han pasado tres años… y la luz al final del túnel está muy, muy, muy lejos.
Prepárense, queridos seguidores del CH. Vamos a estar mal por mucho tiempo. Finalmente, Martin St-Louis habrá servido para terminar en la bodega año tras año.
El día que lo despidan le enviaremos una tarjeta de Navidad.
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