Los aficionados suizos expresaron claramente su descontento ante el Lugano en la Conference League. Wouter Vrancken fue el primero en atacar, pero los jugadores también se defendieron.
Para el mediocampista Mathias Delorgeera difícil vivir con él. “No es bonito que te silben los propios aficionados”, admitió tras el partido ante el micrófono del El Periódico.
Aún así, Delorge mostró comprensión por la reacción de los fanáticos. “Ellos también vinieron aquí y tienen derecho a tener su opinión. Pero esta es la primera vez que experimento algo así. Me conmueve y se nota. Es difícil decir ‘hablar de ello'”.
A pesar de la derrota, Delorge también vio avances en el equipo. “Tengo la sensación de que cada vez estamos más sincronizados y que hay más cohesión y combinaciones que hace cinco semanas. Hay una evolución en este equipo”, asegura.
“El Lugano no tuvo muchas oportunidades, salvo algunos momentos de transición que aprovecharon al máximo. El punto de inflexión fue la oportunidad de Omri Gandelman. Si hubiera entrado, podríamos haber remontado”.
El centrocampista también destacó que el equipo lo dio todo, aunque la suerte no estuvo de su lado. “En mi opinión, lo dimos todo, pero las cosas no salieron según lo planeado. Es frustrante, especialmente cuando se siente un progreso. Ahora nos toca a nosotros traducirlo en resultados”.
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