Los Ángeles está lleno de atracciones turísticas. Paseo de la Fama, cartel de Hollywood, Observatorio Griffith, estudios de cine… Si se tomó el tiempo de visitar la Ciudad de los Ángeles, el bretón Baptiste Veistroffer recordará sobre todo que fue el punto de partida de una gran aventura un poco más aventurera. Una escapada de 2.300 kilómetros en su bicicleta de gravel, armado con sus dos bolsas con lo imprescindible para dos semanas y acompañado de un amigo. Un total de aproximadamente 27 kg para remolcar de 110 a 160 km por día. “Nada que ver con los 7 kg habituales”, ríe el corredor profesional, que se unirá al equipo belga Lotto Dtsny en 2025. Pero a 22 o 23 km/h se puede lograr”.
Un road trip a su imagen. La de un corredor atípico, un aficionado al ciclismo. “Encaja con mi estado de ánimo. No veo el ciclismo sólo a través de la carrera. También es una forma de descubrir, de moverse, de compartir, de conocer gente… Me gusta montar en bicicleta: correr, entrenar, viajar. Si pudiera montar cinco horas al día, lo haría. Me gusta para no privarme de ello. Además, enlazó muy bien con mi preparación”, continúa Veistroffer, sorprendido “de no terminar extremadamente cansado”.
Diversidad de paisajes
En las carreras, en los cuatro rincones de Francia, en Bélgica o en los Países Bajos, el tiempo se acaba. Casi milimétrico. “Me gusta tomar cinco minutos en el autobús para mirar lo que hay alrededor, para ver si hay algo atípico, una iglesia, un cementerio o una especialidad. Pero todavía hay que estar en carrera, no se puede girar a la derecha para ver lo que hay al final del camino”, continúa el hombre apodado “el jabalí” en el pelotón.
Así, el finisterre aprovechó esta libertad para apreciar la diversidad de los paisajes vistiendo la camiseta “galaxia” del Décathlon-AG2R, su equipo esta temporada. De Los Ángeles al Valle de la Muerte y sus 35 grados en octubre, luego Las Vegas y el desierto de Mojave, la frontera con México, San Diego y un regreso a Los Ángeles por el Océano Pacífico. “¡Me encantó todo! Especialmente los cambios de paisaje. Sales de Los Ángeles, es un poco verde, hay grandes montañas. Dos o tres etapas después, estábamos en el Valle de la Muerte, hace 40 grados y hay sal por todas partes. Después, Las Vegas es un gran desierto. Vuelves a San Diego, todo está verde, se siente como Canadá. Incluso subimos hasta los 1.900 m sobre el nivel del mar. Y sigue tu aventura… Lo teníamos todo solucionado cuatro o cinco meses antes: alojamiento, provisiones. También hacíamos un viaje cada dos o tres días para realizar pruebas”, afirma Veistroffer, que reanudó los entrenamientos nada más poner un pie en Francia.
Sin pinchazos en 2.300 km
Los “magníficos caminos americanos” se prestan perfectamente al ejercicio. Sin pinchazos en 2.300 km, si hacían falta pruebas, y “sin mayores problemas”. “El ambiente también es fresco, va con la grava. Aunque sólo nos encontráramos con un ciclista ambulante y de lejos. Aparte de Santa Mónica (localidad costera junto a Los Ángeles), no nos cruzamos con ningún ciclista”, comenta el ganador de etapa del Tour de Bretaña, que compartió su expedición en sus redes sociales con algunas bonitas tomas. “Tomé mi dron. Encuentro que tenemos una visión diferente desde arriba. Mi amigo (Enzo Martin) también sabe mucho sobre esto. Es lindo compartir la experiencia. Y es un toma y daca, también descubro lo que hacen los demás. »
Fotos y vídeos que han sido emulados. “Recibí muchos mensajes. Algunos me dijeron que les hice querer, me pidieron propinas. » Baptiste Veistroffer ya conoce otros lugares aptos para largos paseos. “Marruecos, Costa Este de Estados Unidos, América del Sur…” El primero, ciertamente no el último.
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