Cuarenta corredores profesionales en 2024 no tienen contrato para 2025: “No quiero andar mendigando en todas las puertas…”

“Ya experimenté lo mismo el otoño pasado, dice el ex ganador del Tour de Omán y la Flecha de Brabante. Hace doce meses estaba mucho más estresado en este contexto, porque no había podido expresarme en la última parte de la temporada debido a una fuerte caída que me había provocado varias fracturas. Tuve entonces la sensación de no ser el verdadero piloto de mi destino. Recién a mediados de noviembre pude incorporarme a Cofidis por un año. Por tanto, mi contrato con la estructura francesa WorldTour está llegando a su fin, pero afronto la situación con más calma. Todavía tengo muchas ganas de seguir siendo un ciclista profesional, pero soy consciente de que tengo la oportunidad de tener a mis espaldas una carrera de dieciséis temporadas en el pelotón profesional”.

Un capítulo importante de su existencia que el ex corredor de BMC o RadioShack no quiere prolongar a toda costa. “Ciclista, en realidad no es un trabajo para el que envíes CV o postules en LinkedIn (risas)…Al menos a mis ojos. Tengo un responsable que se encarga de estudiar las posibilidades que tengo a mi disposición. Es su trabajo y no me veo llamando a las puertas de todos los directivos del equipo para rogarles un lugar en su plantilla. Y no quiero. Tengo 38 años y soy consciente de los riesgos inherentes al día a día de un corredor profesional. Me caí lo suficiente como para medirlo (risa)… Entonces no estoy dispuesto a firmar un contrato de salario mínimo, por ejemplo. (Nota del editor: 35.000 € brutos en un equipo continental pro, 44.000 € en WorldTour para un corredor que no es neopro). He transmitido mis condiciones a mi jefe, a quien no le estoy facilitando la tarea, ya que sin duda yo mismo he reducido el campo de posibilidades. Pero, a mis 38 años, sé que es mucho más saludable ser verdaderamente querido en un equipo que llenar una plantilla en la que a veces estás sólo para compensar números…”

Ben Hermans, padre de dos hijos, todavía tiene el fuego de la pasión ardiendo en su interior. “En 2024, financié yo mismo varios cursos de altitud para prepararme mejor para determinados objetivos. (Nota del editor: 14º en la Vuelta a Polonia, por ejemplo). Me encantó seguir haciendo el trabajo plenamente como dicen en la jerga, porque no sabía si era mi última temporada como profesional o no. Si las cosas se detuvieran, no lo viviría con amargura. Realmente no me he puesto un ultimátum, soy más bien una persona anclada en el momento presente. Quizás mañana me diga que es hora de colgar o quizás sea dentro de un mes si todavía no tengo un camino concreto hacia la formación continental profesional. Creo que todavía puedo aportar algo a un colectivo, sigo entrenando para estar en condiciones de funcionar en caso de que algo salga mal. Pero también soy plenamente consciente de las tendencias de nuestra disciplina. Hoy en día, los equipos suelen preferir intentar descubrir al nuevo Pogacar antes que apostar por un chico que se acerca a los cuarenta. La experiencia ya no tiene el mismo valor que hace unos años cuando un nombre y un recorrido bastaban para asegurarnos un lugar en el pelotón hasta que decidimos colgar la bicicleta en el clavo…”

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