François Pinault era hasta hace poco el único entre las grandes fortunas francesas que poseía un club de fútbol, el Stade Rennais, adquirido en 1998.
En octubre, la familia de su rival Bernard Arnault sorprendió al anunciar que estaban “entablando conversaciones” para la adquisición del club de fútbol Paris FC, valorado en “unos cincuenta millones de euros”, según una fuente cercana al asunto. a la AFP.
La compra debe finalizar pronto, afirmó el presidente del club, Pierre Ferracci, el 20 de noviembre, durante una rueda de prensa en la que detalló las líneas generales del proyecto del nuevo accionista.
“Es diferente de otras inversiones y, al mismo tiempo, no es costumbre de la familia malgastar dinero”, dijo a la AFP Antoine Arnault, hijo de Bernard Arnault y futuro líder del París FC.
Al mismo tiempo, LVMH, dirigida por Bernard Arnault, fue este año socio oficial de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París (por 150 millones de euros, según una fuente familiarizada con el asunto) y anunció una asociación de 10 años con la Fórmula 1 (” menos 150 millones al año”, afirma una fuente cercana al asunto).
Antes, sólo algunas de sus marcas (Louis Vuitton, Tag Heuer, Moët Hennessy, etc.) eran colaboradoras de eventos deportivos, como sus competidores Rolex en tenis y F1, Omega o Puig en vela, Cartier en equitación…
Anuncios realizados mientras el mercado mundial del lujo está experimentando una desaceleración después de los florecientes años posteriores a Covid que requieren nuevos motores de crecimiento.
“Cuando se buscan lugares donde hay un gran público y nuevos clientes que buscar, el deporte es un factor de tráfico y de audiencia”, subraya a la AFP Joëlle de Montgolfier, directora de la división de lujo de la consultora Bain and Company.
“No descubrimos el mundo del deporte”
“Antes”, continúa, “tomábamos deportes elitistas – vela, golf -, hoy las líneas se inclinan hacia deportes más populares”, como el fútbol, que atraen a una clientela diversa y siguen siendo “un factor de atracción de las nuevas generaciones”.
“La asociación entre lujo y deporte, ya sea para eventos o productos cruzados, no es nueva, pero hoy se está produciendo un cambio de rumbo”, afirma Julie El Ghouzzi, autora del “Manual del lujo”.
“Hace veinte años, cuando el lujo empezó a asociarse con nuevos deportes, fue un movimiento de democratización, de búsqueda de nuevos clientes”, analiza.
“Hoy en día, el deporte es el mejor aliado en la estrategia de levantar casas: estar asociado a un evento deportivo significa disponer de palcos a los que podremos invitar VIP (personalidades, ndr.)”, según Julie El Ghouzzi.
“Lo que hoy le interesa al VIP no es la zapatilla (zapato deportivo, N.D.) de 2.000 euros, es que lo traten de forma diferente, tener acceso a cosas exclusivas, el deporte lo permite”, observa.
“Asociarse con diferentes deportes también significa poder llegar al nicho de los ricos en casi todas partes, dependiendo de su cultura. Hace 50 años, era +la equitación, el golf y el polo+ porque nos dirigíamos a un nicho de personas que se parecían”. añade Julie El Ghouzzi.
En declaraciones a la AFP, Antoine Arnault reconoce “una pequeña aceleración” en las asociaciones en los últimos tiempos. Pero “no descubrimos el mundo del deporte”, señala.
“La gente necesita unirse viendo el mismo evento”, según él, y “en términos de marketing, el deporte es el único vector que reúne a todas estas personas al mismo tiempo, lo que trasciende generaciones y geografías”.
“Es beneficioso para todos en términos económicos, en términos de valor y de modernidad – asociarse con el deporte es asociarse con una forma de ‘cool’ -, en términos ‘experimentales’ para los VIP, pero también une a las personas frente a su vida. TV: por lo tanto, es beneficioso para todos en términos de desarrollo del lujo en una época un tanto complicada”, resume Julie El Ghouzzi.
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