Tres jóvenes con discapacidad mental tuvieron la oportunidad de viajar a París para descubrir los Juegos Paralímpicos. Una velada de agradecimiento, organizada este viernes en torno al equipo docente, reunió a los participantes y a sus socios.
Para garantizar el buen desarrollo de tal viaje, era esencial una amplia preparación previa. Tres educadoras – Emmanuelle Guisot, Justine Gazeau y Nathalie Mallie – acompañaron a Yona (17 años), Saïda (15 años) y Joanna (19 años), jóvenes con discapacidad mental y trastornos del espectro autista (TEA).
“Las niñas necesitaban un apoyo importante, específico y personalizado debido a sus dificultades cognitivas, motoras y sensoriales”, explica el equipo educativo. Este proyecto fue llevado a cabo por profesionales del IME, en particular un profesor de actividad física adaptada y dos asistentes médico-psicológicos, con el apoyo de la dirección, en colaboración con las familias. “Se trata de la culminación de un trabajo que ha durado varios meses”, explica el director Francis Cots.
“Preparar a las jóvenes, familiarizarlas con el transporte público, el ambiente de los estadios o incluso pasar la noche fuera de casa, fue un desafío importante. La participación de las familias fue crucial. Participaron en numerosas reuniones y trabajaron para encontrar financiación. en particular a través de colaboraciones con el club de baloncesto de Mézin, el club de triatlón de Layrac y diversas marcas. El presupuesto, que supera los 4.000 euros, se pudo cubrir gracias a las aportaciones de socios privados. y asociaciones como la empresa Handi Wagala, clubes deportivos o incluso la SNCF”.
Lleno de recuerdos
La velada comenzó con una presentación de fotografías tomadas durante los tres días, seguida de un cuestionario sobre los Juegos de París. Este momento nos permitió traer buenos recuerdos a quienes viajaron, mientras compartimos un poco de esta experiencia con quienes se quedaron en Agen. Todavía se podía ver alegría en los rostros, especialmente en el del joven Yona.
“Ella estaba muy contenta con este viaje”, dice Éric, su padre. “El equipo hizo un trabajo extraordinario preparando a las niñas, aunque para Yona fue quizás un poco más fácil que para otros, yo soy de Andalucía, y desde entonces. desde pequeña está acostumbrada a viajes largos de más de 12 horas y veladas festivas muy ruidosas, propias de nuestra región. Le encanta el flamenco, por ejemplo. y por todos los esfuerzos realizados, hoy estamos cosechando el fruto de este trabajo de largo plazo, así como del valor diario de los equipos de IME.” Se trata, por tanto, sin duda, de una apuesta acertada para este proyecto colectivo. “¡Algunas personas pensaron que ni siquiera podríamos subirlos a un tren! ¡Qué aventura! ¡Qué trabajo! ¡Aprendimos, crecimos y logramos llegar a París! Pronto, espero que podamos participar en los Juegos Olímpicos de invierno”. ¡Con aún más jóvenes! concluye entusiasmado Francis Cots.
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