Los Montreal Canadiens se encuentran una vez más frente a un espejo cruel.
El sábado por la noche, tras una humillante derrota ante los Caballeros de Oro, la observación es implacable: el equipo es prisionero de sus deficiencias y de sus jugadores de bajo rendimiento.
Pero es fuera del hielo donde el fracaso se vuelve aún más condenatorio, mientras los Columbus Blue Jackets han dejado claro que Kirby Dach no encaja en sus planes.
David Jiricek, un defensa diestro joven, completo y físico que el canadiense parecía codiciar, se aleja de Montreal.
Don Waddell, director general de los Blue Jackets, fue categórico: busca un defensor joven y con gran potencial, similar al perfil de Jiricek.
Kirby Dach, por su parte, no cumple ninguno de los criterios solicitados. Peor aún, su nombre sólo despierta indiferencia, incluso desprecio, en el mercado de transacciones.
Una realidad brutal para Kent Hughes, que ve sus opciones reducidas a nada.
La historia de Kirby Dach en Montreal es de esperanza decepcionada. Presentado como un futuro central de segunda línea capaz de apoyar a Nick Suzuki y Cole Caufield, Dach no ha hecho más que multiplicar los errores y las actuaciones vergonzosas.
El sábado por la noche encarnó por sí solo el colapso colectivo de su pueblo. Su pase directo al palo de Jack Eichel abrió las compuertas para los Caballeros de Oro, provocando una avalancha de goles en el segundo tiempo.
Después de este cambio catastrófico, Dach fue relegado a la cuarta línea por Martin St-Louis, una decisión que refleja no sólo su desempeño de la noche, sino también su vertiginosa caída en la jerarquía del canadiense.
Junto a Lucas Condotta y Juraj Slafkovsky, también en medio de la agitación deportiva, Dach arrastró la vergüenza sobre su espalda, incapaz de demostrar que podía recuperarse.
Y esta no es la primera vez que su entrenador intenta enviarle un mensaje. Cuando se le preguntó sobre la decisión, St. Louis fue mordaz.
“Ya no me hace falta. »
Una declaración mordaz que sugiere que la paciencia con Dach se está desmoronando, al igual que su valor a los ojos de otros equipos de la NHL.
Mientras Dach se hunde en el hielo, Logan Mailloux se desvanece en el anonimato en Laval.
Considerado por algunos como pieza clave en un posible traspaso por David Jiricek, Mailloux atraviesa un período catastrófico en Laval.
Su juego defensivo se está desmoronando, su impacto físico es inexistente y sus decisiones con el disco están lejos del nivel requerido por la NHL.
Mientras que el canadiense esperaba una promesa en ascenso, sólo encontró un defensor en crisis, incapaz de justificar su lugar en una discusión seria para un jugador del calibre de Jiricek.
Kent Hughes, que contaba con Mailloux para convencer a los Blue Jackets en el mercado de transacciones, se vio abandonado por un jugador que debía representar el futuro.
¿Y Arber Xhekaj? Lo que debería haber sido un defensor duro e intimidante se convirtió en una sombra sobre el hielo.
El sábado por la noche, mientras su equipo era humillado ante su afición, Xhekaj brilló por su ausencia en momentos en los que su rol le exigía dar la cara. Ni una pelea para cambiar el tono, ni un control significativo para inspirar a sus compañeros. Nada.
En una liga que evoluciona hacia un juego cada vez más rápido y estratégico, el perfil unidimensional de Xhekaj cada día pierde relevancia.
Y en el mercado de transacciones su valor es igualmente insignificante. Kent Hughes lo sabe: no puede esperar convencer a Don Waddell con un jugador que ni siquiera muestra ninguna utilidad en su propia alineación.
Con Kirby Dach desacreditado, Mailloux en caída libre y Xhekaj sin valor, los únicos nombres que conservan algo de credibilidad en Montreal son los de Kaiden Guhle y David Reinbacher.
Pero estos dos jóvenes defensores, uno intocable y el otro lesionado, no pueden sacrificarse para adquirir a Jiricek.
Sobre todo porque Reinbacher, incluso en el banquillo, también es intocable. Kent Hughes no puede admitir su error de haberlo preferido a Matvei Michkov.
Y sin ellos, el canadiense simplemente no tiene los activos necesarios para satisfacer las exigencias de los Blue Jackets.
La humillante derrota del sábado por la noche es el reflejo de una organización estancada, incapaz de progresar sobre el hielo o entre bastidores.
Kent Hughes, que se suponía llevaría a este equipo hacia un futuro brillante, se encuentra atrapado con una plantilla llena de jugadores no deseados, sin valor real en el mercado.
Podemos consolarnos con Ivan Demidov y Michael Hage que están echando chispas, pero la realidad es que la CH está a años luz de ver… la luz al final del túnel.
Don Waddell, por su parte, no tiene motivos para ceder a David Jiricek a un equipo incapaz de ofrecer elementos convincentes.
Y mientras tanto, los aficionados canadienses ven a su equipo empantanarse en una reconstrucción que cada vez parece más una película de terror.
La naturalidad vuelve al galope, dicen. Para el canadiense, esta naturalidad es la del fracaso, la de la incapacidad de transformar las promesas en realidad.
Y salvo un cambio espectacular, este sábado por la noche pasará a la historia como otro capítulo oscuro en la historia reciente de esta franquicia que alguna vez fue legendaria.
En cualquier caso, Kent Hughes está viviendo una auténtica pesadilla en el mercado de transacciones. Abandonado por Dach, abandonado por Mailloux…
David Jiricek se aleja un poco más de Montreal.
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