El cielo cae sobre la cabeza de Jordan Harris.
El defensa vive ahora una auténtica pesadilla en Columbus. Relegado a las gradas, no forma parte del top 6 de los Blue Jackets, equipo considerado sin embargo uno de los más débiles de la NHL.
Sus desastrosas estadísticas en diez partidos (sin puntos y un diferencial de -3) no son nada tranquilizadores.
En Montreal, Harris era un jugador muy querido, pero a menudo criticado por su falta de impacto en el hielo.
En Colón, este defecto se convirtió en un obstáculo insuperable. Ni ofensivo ni defensivo, y menos robusto, los medios locales lo describen como un defensor sin una identidad clara.
Esta crítica, ya escuchada en Quebec, adquiere un alcance preocupante en Ohio, donde se exige demostrar un valor añadido, sobre todo después de un intercambio tan importante como el de Patrik Laine.
El intercambio que lo llevó a Columbus ejerció una enorme presión sobre Harris. Don Waddell, director general de los Blue Jackets, había sido explícito: Harris tenía que demostrar que merecía un lugar en una brigada defensiva en la reconstrucción.
Sin embargo, en lugar de aprovechar esta oportunidad, “sorprendió”. Según los informes, su campo de entrenamiento fue horrible y los entrenadores rápidamente perdieron la confianza.
Los 10 partidos que disputó durante la temporada regular fueron desastrosos.
Con la decisión de los Blue Jackets de mantener a ocho defensores en su alineación, Harris salvó temporalmente su pellejo, pero la realidad fue cruel: fue visto como un jugador de reemplazo.
La situación se está volviendo crítica. Harris, con un contrato unidireccional de 1,4 millones de dólares, está protegido de una expulsión inmediata a la AHL.
Sin embargo, esto no es suficiente para garantizar su supervivencia en la NHL. Los rumores sobre el traspaso de Ivan Provorov (futuro agente libre) antes de la fecha límite no funcionan a su favor, pues Columbus ya está explorando otras opciones para fortalecer su línea azul.
Waddell entendió que Harris no era un defensor habitual de la NHL.
Harris es ahora un defensor no deseado en un equipo donde la paciencia es limitada.
Para Harris, dejar Montreal por Columbus tenía que ser una oportunidad. Hoy parece una pesadilla.
Si la situación no cambia rápidamente, su futuro en la NHL podría estar en peligro. El desafío es inmenso: recuperar la confianza, definir su identidad sobre el hielo y demostrar que puede tener impacto. Pero ahora mismo está en caída libre.
O vuelve a levantarse o se une a la lista de jugadores cuya promesa nunca se cumplió.
En Columbus nadie espera mucho para ver resultados y el tiempo, para él, empieza a agotarse.
Huele a jubilación prematura. Por varias razones.
Jordan Harris, inicialmente percibido como un jugador versátil, adolece de una grave falta de rasgos distintivos que puedan diferenciarlo.
En otras palabras, carece de identidad.
Los entrenadores de los Blue Jackets señalan que Harris no aporta dinamismo ofensivo, ni confiabilidad defensiva, ni agresividad física.
Lo que podría haber sido una ventaja (su capacidad para jugar en ambos extremos del hielo, izquierda o derecha) ya no compensa su incapacidad para sobresalir en un rol específico.
Harris se encuentra en una especie de tierra de nadie estratégica, donde su perfil genérico le condena a seguir siendo un espectador.
La profundidad defensiva de los Blue Jackets, aunque criticada por los analistas, en realidad es un dolor de cabeza para un jugador como Harris.
Jake Christiansen, un completo desconocido pero con un perfil similar, ganó gracias a un mejor campamento, relegando a Harris aún más abajo en la jerarquía.
El director general de los Blue Jackets ha sido implacable en sus valoraciones públicas. A diferencia de la dirección de los Canadiens, que protegió a sus jugadores jóvenes de las críticas directas, Waddell enfatizó, desde el comienzo del campamento, que Harris tenía que demostrar que merecía su lugar. Una estrategia que amplificó visiblemente la presión sobre Harris, empujándolo a cometer errores costosos mientras vestía uniforme.
Estar asociado con un intercambio que involucra a una superestrella como Patrik Laine solo aumentó el peso sobre sus hombros.
Los fanáticos de los Blue Jackets, frustrados por años de miseria, esperaban a un defensa de primer nivel y Harris, que nunca fue visto como un jugador estrella, se convirtió en el blanco de la decepción colectiva.
Los observadores de Columbus notaron deficiencias técnicas específicas.
Harris perdió a menudo sus duelos uno contra uno, tuvo dificultades para reiniciar bajo presión y no pudo adaptarse al estilo de juego más físico que se practica en la división Metropolitana.
Estos elementos, combinados con una mala toma de decisiones en la zona defensiva, explican su diferencial de -3 en diez partidos esta temporada.
Harris es una prueba de que es necesario prestar atención a las estadísticas avanzadas.
Aunque en ocasiones ha demostrado inteligencia de juego durante sus estancias con el canadiense, sus estadísticas avanzadas en posesión y en la zona neutral ya no son suficientes para convencer.
Los Blue Jackets buscan defensores que puedan brillar en situaciones críticas, un área en la que Harris todavía duda demasiado.
Jordan Harris está al borde del abismo y ya no tiene una red que lo detenga. Su paso por Colón, que podría haber sido un renacimiento, parece más bien un descenso al olvido.
En un equipo en el que incluso los puestos para el puesto de séptimo defensor están muy disputados, él es sólo una elección por defecto, un jugador con tiempo prestado.
Si Harris no encuentra rápidamente una manera de reinventarse (convirtiéndose en un especialista en un área específica, ya sea defensa con escasez de personal o transición ofensiva), corre el riesgo de desaparecer de la NHL tan rápido como llegó allí.
La historia de Jordan Harris se convierte en la de una decepción andante, de un jugador atrapado por expectativas demasiado altas y de un talento que nunca encontró su expresión adecuada.
Los Blue Jackets, que ya miran hacia el futuro, no parecen dispuestos a esperar.
Y en este cruel mundo de la NHL, esperar es un lujo que Harris ya no puede permitirse.
Ni siquiera nos sorprendería que termine siendo colocado en waivers al final de la temporada. Huele a final… en todos los sentidos de la palabra…
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