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Fútbol: sigamos perdiendo con Yakin, todo va muy bien

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La selección suiza finalizó su año 2024 descendiendo a la Liga B de la Nations League. Nada de enojarse o llorar a carcajadas sabiendo que esta competición, en cualquier caso, claramente no interesaba demasiado a los jugadores como para creer lo que el propio Granit Xhaka decía al respecto. Sí capitán, era “sólo” la Liga de Naciones…

Pero, de todos modos, acabar en el puesto 15 de los dieciséis equipos inscritos en los cuatro grupos de la Liga A (sólo la débil Bosnia-Herzegovina lo hizo peor que nosotros), eso lo arruina un poco, ¿no? ¡Pues no, ni siquiera! A San Marino y Gibraltar les va mejor que a Suiza, pero todo va muy bien, señora Marquesa…

Sin embargo, por muy lejano que parezca el paréntesis encantado de la Eurocopa 2024, desaparecido, hoy desapareció al mismo tiempo que los destellos y las opciones ganadoras que lo acompañaron. Es cierto, y hay que darle crédito a Murat Yakin, en Alemania, después de meses de ensayo y error y de una laboriosa clasificación, la Nati por fin parecía un verdadero equipo, sobre todo emitiendo emociones que permitían a todos identificarse con él. Pero tal vez olvidamos demasiado rápido que con Hungría y Escocia también se enfrentaron a rivales débiles… Lo que no quita nada a la exitosa clase magistral posterior contra Italia (2-0).

Unos meses después, el regreso a la tierra es brutal; Nada de todo lo que podríamos haber amado parece existir todavía. Moralidad de esta avalancha de muy malos resultados: no cuestionar al entrenador, seguimos como si nada. El 13 de diciembre, en la sede de la FIFA en Zúrich, Murat Yakin llevará a la delegación suiza al sorteo de las eliminatorias para el Mundial de 2026, sin duda porque no podía ser de otra manera.

Hay que decir que la ASF y Dominique Blanc, su presidente, se encuentran prisioneros de su elección. ¿Era necesariamente necesario, tan poco tiempo después de la Eurocopa, ofrecer un nuevo contrato a Murat Yakin? ¿Y por qué tanto tiempo, hasta 2028? Dos años más dos años adicionales (si califica) es mucho tiempo y debe ser costoso en caso de divorcio.

Pero al final de un año 2024 en el que la selección suiza tocó los extremos sin conocer un punto medio, ¿qué vemos? Murat Yakin no cumplió los dos objetivos principales que se le habían asignado este otoño: garantizar el mantenimiento en la Liga de las Naciones y acelerar la renovación del equipo. Si es cierto que el seleccionador nacional acabó decidido a lanzar nuevos elementos es sobre todo porque se vio obligado a hacerlo por las circunstancias (retiros, lesiones).

Nos sorprende comprobar que en Berna, en las altas esferas, este amargo fracaso -porque lo es- no exige ninguna crítica a los responsables de la ASF, ni ningún cuestionamiento general a las personas implicadas, incluido el estatus del entrenador.

A la espera del nombramiento de un nuevo presidente de la ASF que pueda hacerse cargo del expediente, potencialmente seguiremos perdiendo con Murat Yakin. Porque no estamos del todo convencidos de que pueda reinar un clima radiante en el cielo gris de la selección suiza.

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