Galina Arnaud-Kostadinova se ha reunido con sus tres hijas. El miércoles, al mediodía, esta suiza regresaba de un viaje exprés de regreso a Málaga. El martes presenció desde dentro la que resultó ser la última actuación como jugador profesional de Rafael Nadal, de 38 años, eliminado con España por Holanda en los cuartos de final de la Copa Davis.
Desde el Parque de los Bastiones, en Ginebra, esta mujer de 45 años, que juega al tenis en Cologny, recupera el aliento. “El avión me hizo bien. Porque cuando me levanté no me reconocí, resume. Ya había sido difícil con Roger Federer. Pero aquí es aún más fuerte. Rafa es mi campeón. Todavía no puedo aceptar que este sea el final”.
Fanática incondicional desde 2008, Galina le ha visto jugar una treintena de veces, sobre todo en Roland-Garros y Montecarlo. Por eso, cuando la mallorquina anunció el fin de su carrera, el pasado 10 de octubre, sacó entradas para el martes, viernes y domingo. “Recibí una alerta en mi teléfono y compré mis boletos en dos minutos”, se ríe.
Nadal se retiró, Galina ha puesto a la venta sus entradas para el fin de semana y sin duda perderá un poco de dinero. Pero ella no se arrepiente de nada. “Él lo dio todo. Pero sentí que él ya estaba aceptando lo que vendría después. No tenía el lenguaje corporal de alguien que sabía que iba a ganar. Ya no era el guerrero de antes, vemos que ha recorrido un largo camino. Él está en paz y sus fans también pueden estarlo”.
Desde su lugar, a mitad de la sala, Galina lloró mucho durante la ceremonia del hombre con 22 Grand Slams. Esperó a su héroe hasta media noche fuera del recinto. Sin éxito. “Aún tengo mis recuerdos. Me encantaba verlo jugar. Tomé lo mejor de lo que él me había dado. Esto vale más que las fotos o los balones firmados”.
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