Esta noche, mientras Shea Weber es honrado en Montreal luego de su incorporación al Salón de la Fama del Hockey, surge un pensamiento: ¿qué pasa con Vincent Damphousse?
Uno de los mejores jugadores de Quebec en la historia del hockey moderno aún no alcanza este máximo honor, y eso plantea una dolorosa pregunta: ¿qué más necesita lograr Damphousse para recibir el reconocimiento que merecía?
Con 1.205 puntos en 1.378 partidos de la temporada regular, 104 puntos en 140 partidos de playoffs, una Copa Stanley ganada en 1993 con los Canadiens y un liderazgo indiscutible, las estadísticas de Vincent Damphousse son irrefutables. Es el quebequense con más puntos en la historia de la NHL que aún no ha sido incorporado.
En comparación, Jeremy Roenick, quien acaba de ser admitido en dos semanas, registra números similares: 1.216 puntos en 1.363 juegos. Pero Roenick nunca levantó la Copa Stanley. Si Roenick tiene su lugar entre los inmortales, ¿por qué no Damphousse?
¿Por qué la NHL lo trata así… cuando ha dado tanto por su deporte?
Damphousse no era sólo un jugador de élite en el hielo. También merece destacarse su implicación fuera del juego, especialmente en la defensa de los derechos de los jugadores.
Desempeñó un papel clave en las negociaciones colectivas y fue un actor destacado en la Asociación de Jugadores, incluso durante el cierre patronal de 2004.
Esta participación demuestra que Damphousse contribuyó no sólo a su equipo, sino también al deporte en su conjunto. Su dedicación va más allá de las estadísticas y demuestra un profundo respeto por el hockey y sus jugadores.
Vincent Damphousse no es de los que reclaman gloria o se quejan de su ausencia del Templo. Quienes lo conocieron, ya sea como periodista o colega, lo describen como un hombre humilde, profesional y respetuoso.
Sin embargo, es difícil no sentir una injusticia en su lugar, especialmente cuando comparables como Roenick alcanzan el prestigioso panteón del hockey.
Con la reciente incorporación de Shea Weber y la de Jeremy Roenick, ya es hora de que los logros de Vincent Damphousse sean reconocidos por su verdadero valor.
Su familia, sus antiguos compañeros de equipo y sus numerosos admiradores sin duda deben sentir esta omisión como una flagrante injusticia.
El Salón de la Fama del Hockey pretende ser un santuario para los más grandes. Ahora es imperativo que Vincent Damphousse encuentre allí su lugar.
No sólo se lo merece, sino que su incorporación sería un símbolo de justicia para todos los grandes quebequenses que han dejado su huella en el hockey.
Esta noche, mientras el nombre de Shea Weber se suma al anillo de honor del canadiense, pensemos en Vincent Damphousse, este otro capitán que merece brillar entre las estrellas.
Se lo merece muchísimo. Su familia también.
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