Nick Suzuki está atravesando un período cada vez más difícil y muchos observadores cuestionan su papel como capitán de los Montreal Canadiens.
Tanto en el hielo como en el vestuario, su falta de dinamismo, su actitud indiferente y su aparente ausencia de liderazgo hacen temblar a la gente.
Algunos fanáticos llegan incluso a decir que es hora de arrancar la “C” bordada en su suéter, ya que su presencia se considera ineficaz y aburrida.
Mientras que veteranos como Brendan Gallagher y David Savard muestran una implacable implacabilidad, dispuestos a luchar en las esquinas y recibir golpes por el equipo, Suzuki parece distante, a veces ausente.
Su mediocre actuación en los últimos partidos sólo alimenta la frustración.
Para muchos, Michel Therrien, que alguna vez declaró que Max Pacioretty era el peor capitán de la historia del CH, bien podría haberse equivocado: es Nick Suzuki, según ellos, quien ostenta este título.
El comentario de Suzuki después del partido, donde simplemente dijo que “esperaba más de sí mismo”, suena falso.
“Necesitamos que todos contribuyan en la ofensiva. De lo contrario, no ganaremos. Me incluyo en eso. Espero más de mí y estoy seguro de que ese también es el caso de los demás. »
Los partidarios del canadiense no pueden soportar más este discurso superficial. Esperan ver a un capitán que luche por cada disco, que inspire y lidere a su equipo, no alguien que se conforme con generalizaciones después de cada derrota.
A la espera de un cambio de rumbo, Suzuki, con su postura distante y su lenguaje de abogado, corre el riesgo de convertirse en el emblema de un equipo que lucha por encontrar su alma.
Para los aficionados de Montreal, es una afrenta: ver este logo de CH usado con tan poco fuego y compromiso es inaceptable.
Si Suzuki no muestra pronto el carácter y la intensidad que los aficionados exigen de su capitán, la “C” de su camiseta bien podría convertirse en un símbolo vacío.
Nick Suzuki se encuentra cada vez más bajo fuego y muchos cuestionan su legitimidad como capitán de los Canadiens.
Su juego despreocupado, su actitud distante y una vergonzosa falta de liderazgo dejaron un sabor amargo a aficionados y medios de comunicación.
Para muchos, ver al capitán y a su equipo retroceder así es inaceptable, especialmente cuando las derrotas se acumulan sin que Suzuki pueda inspirar a sus compañeros.
Para algunos, la molestia defensiva de Cole Caufield perjudica a Suzuki.
Martin Lemay no dudó en señalar con el dedo a Caufield, acusándolo de socavar el rendimiento de Suzuki.
Según Lemay, el capitán debe compensar constantemente las debilidades de Caufield en defensa, que le impiden concentrarse en su propio juego y liderar como un verdadero pívot número uno.
Cualesquiera que sean las explicaciones, la realidad sigue siendo: Suzuki todavía tiene que demostrar que puede dominar sobre el hielo, incluso en situaciones menos favorables.
En Montreal, se espera que un capitán sea el pilar del equipo, capaz de luchar por cada centímetro de hielo e inspirar a su grupo.
Por el momento, Suzuki demuestra que depende de un entorno ideal para prosperar, una característica que contrasta con lo que se requiere de un verdadero líder en una organización tan histórica como la canadiense.
Martin St-Louis, por su parte, sigue ocultando su decepción por las actuaciones actuales de su capitán y de su primera línea.
Pero la falta de resultados pone de relieve las limitaciones de Suzuki como pívot número uno, incluso si su entrenador es demasiado blando para criticarlo.
A lo largo de la historia del canadiense, pívots como Saku Koivu y Tomas Plekanec también han quedado relegados a la categoría de “buenos segundos pívots”, nunca primeros.
Suzuki está siguiendo este camino de no ser el primer centro. Y sobre todo, no capitán.
Cada vez crecen más las críticas sobre su capacidad para liderar verdaderamente este equipo.
No merece la “C” en su camiseta, ese símbolo de liderazgo y orgullo que se ha convertido para él en una carga insoportable.
Nick Suzuki fue, es y nunca será capitán. Es hora de hacerlo realidad.
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