A su regreso al estadio El Molinón de Gijón, Haissem Hassan podría esperar un recibimiento hostil. Tras un año cedido y 42 partidos con la camiseta del Real Sporting, el francés de 22 años firmó este verano un contrato de tres temporadas con su histórico rival, el Real Oviedo.
No falló. Durante el calentamiento y después durante el derbi asturiano del sábado 7 de septiembre, el exjugador del Villarreal fue objeto de silbidos. Nada reprochable, hasta que una aficionada del club local, poco después de la hora de juego, le gritó insultos racistas.
“Hijo de puta”, “mono de mierda”, se lee en los labios de una mujer sentada al borde del campo, escupiendo su bilis con vehemencia.
“Nuestro club no tolera ningún acto racista”
Desde entonces, la polémica ha ido creciendo en España. Poco después del pitido final, el club rojiblanco publicó un comunicado en sus redes sociales.
“El Real Sporting está trabajando para localizar al aficionado que insultó hoy a un jugador visitante”, asegura la directiva del equipo gijonés. “Nuestro club no tolera ningún acto racista. Estamos investigando lo ocurrido. Aplaudimos el comportamiento general de nuestra afición”.
Y LaLiga continuó: “No hay lugar para el racismo ni el odio en el deporte. LaLiga condena firmemente todos los actos racistas y seguirá luchando para erradicar estos comportamientos intolerables de nuestro deporte”.
Este caso añade un nuevo capítulo al libro de racismo en las gradas de los estadios españoles. Los incidentes se repiten, pese al estado de alarma decretado por Vinicius. El propio brasileño ha sufrido numerosos insultos y ha hecho un llamamiento a las autoridades públicas sobre el tema. En esencia, le dicen que “siempre hay indeseables” pero que “España no es racista”, que “es un ejemplo de convivencia e integración”.
Artículo original publicado en RMC Sport
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