Cole Caufield lanza un importante mensaje a Juraj Slafkovsky

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El lunes por la noche, Juraj Slafkovsky ofreció su mejor actuación de la temporada en una emocionante victoria contra los Vancouver Canucks.

Pero no sólo llamó la atención su juego, sino también su actitud tras el partido. Su risa desconcertante y sus comentarios desenfadados han dejado perplejos a muchos observadores, sobre todo en un contexto en el que su temporada está lejos de cumplir las expectativas.

Desde el comienzo del partido, Slafkovsky brilló y consiguió una asistencia en el rápido gol de Cole Caufield. Su implicación en el partido y el hecho de que finalmente estuviera patinando en lugar de quedarse quieto fue un soplo de aire fresco para un jugador que últimamente ha sido criticado por su falta de intensidad.

Finalmente pareció volver a conectarse con el jugador en llamas visto en la segunda mitad de la temporada el año pasado.

Con 22 puntos en 34 partidos, incluidos sólo 4 goles y un diferencial de -11, las estadísticas de Slafkovsky no reflejan al jugador dominante que esperábamos ver esta temporada. Pero contra Vancouver demostró que era capaz de más.

Después del partido, en el vestuario, Slafkovsky sorprendió a todos riéndose de sus recientes problemas:

“Es curioso… ¡qué mal he estado en los dos últimos partidos! »

Con una amplia sonrisa en su rostro, casi pareció minimizar las duras críticas que se le dirigieron.

Si algunos lo vieron como un intento de aliviar la presión, otros, especialmente entre sus partidarios y analistas, no apreciaron este tono sinónimo de “no me importa”.

¿Es realmente apropiado bromear cuando estás bajo fuego y tu desempeño está por debajo de las expectativas para una selección superior del draft?

Esta actitud contrasta marcadamente con la de Cole Caufield, quien admitió su falta después de un costoso penalti al final del partido:

“Fue egoísta de mi parte. Necesito ser mejor y controlar mis emociones. »

Caufield encarna la responsabilidad y el cuestionamiento que los fanáticos quieren ver en sus jugadores jóvenes.

Slafkovsky, desde su llegada a Montreal, ha sido criticado a menudo por su falta de coherencia y, en ocasiones, por su actitud considerada arrogante.

Esta risa posterior al partido se suma a una lista de comportamientos que han irritado a los aficionados, en particular sus recientes comentarios hacia los medios de comunicación quebequenses que lo irritan al máximo y su estilo de vida, que ha sido objeto de escrutinio.

Mientras que otros jugadores como Lane Hutson brillan por su humildad y su impecable ética de trabajo, a Slafkovsky a veces parece faltarle seriedad en los desafíos que enfrenta.

El público de Montreal, apasionado pero exigente, empezó a perder la paciencia con Slafkovsky.

Su lucrativo contrato de 7,6 millones de dólares al año, que comenzará la próxima temporada, aumenta la presión. Las expectativas están por las nubes y cada paso en falso, dentro o fuera del hielo, se magnifica.

Si Slafkovsky quiere evitar convertirse en un blanco constante de críticas, no sólo tendrá que repetir sus buenas actuaciones en el hielo, sino también adoptar una actitud más humilde y reflexiva.

La actuación ante los Canucks podría marcar un punto de inflexión para el joven eslovaco. Pero no será suficiente. Tendrá que demostrar que puede mantener este nivel de juego y que está listo para asumir las responsabilidades que conlleva su estatus de primera opción y su futuro contrato.

Por el momento, su sonrisa y sus bromas no son suficientes para hacernos olvidar sus defectos. Si Martin St-Louis sigue defendiéndolo, le corresponde responder sobre el hielo con actuaciones consistentes y adoptar una actitud más acorde con las altas expectativas de la afición y de la organización.

Juraj Slafkovsky se encuentra en una encrucijada. El talento está ahí, pero la madurez debe seguir.

Montreal, donde es difícil perdonar la arrogancia sin resultados, espera ahora acciones concretas.

Y esta vez no habrá lugar para la risa.

El mensaje de Cole Caufield a Slafkovsky es muy claro.

El delantero, a pesar de una temporada excepcional, no sólo reconoció su error al final del partido, sino que también demostró una rara introspección y una humildad ejemplar.

Mirarse al espejo, incluso en un momento difícil, es lo contrario de la actitud de Juraj Slafkovsky, que, en lugar de cuestionarse, prefiere reírse de sus reveses.

Caufield, por su parte, no ataca a los medios, no busca excusas y menos aún culpar a su entorno. Se mira a sí mismo, reconoce sus errores y busca soluciones.

Slafkovsky, por su parte, prefiere caer en la arrogancia.

Sus recientes comentarios hacia los medios de comunicación quebequenses, donde afirmó que no tomaba en serio sus críticas, dejaron un sabor amargo.

“¿Qué estás diciendo?” No, eso no me importa”.declaró con una sonrisa, antes de agregar:

“Solo puedo reírme de eso. »

Para un jugador en apuros, estas palabras suenan como un aparte fuera de lugar. Contrastan aún más con la actitud de Caufield, que entiende la importancia de su papel, no sólo en el hielo, sino también como modelo a seguir para el equipo y los aficionados.

Las distracciones de Slafkovsky fuera del hielo no ayudan a calmar a los críticos. Se sigue hablando de su relación con una camarera de Flyjin, un popular local nocturno de Montreal.

Mientras algunos defienden su derecho a la vida privada, otros se preguntan por el impacto que ese estilo de vida podría tener en su juego.

“Cuando luchas contra los mejores del mundo, cada detalle cuenta. Y por una buena razón: en una liga donde la disciplina es clave, las decisiones de vida fuera del hielo adquieren una importancia capital.

A diferencia de Slafkovsky, Cole Caufield encarna estabilidad y humildad. No intenta alardear ni eludir responsabilidades.

Su enfoque profesional es ejemplar y demuestra que comprende las exigencias de jugar en un mercado apasionante como el de Montreal.

Al declarar públicamente que tenía que “ser mejor”, Caufield envió indirectamente un mensaje a Slafkovsky. El hockey a este nivel requiere algo más que talento en bruto.

Requiere resiliencia, cuestionamiento constante y comprensión de las expectativas que conlleva usar la camiseta de los Canadiens.

Slafkovsky se encuentra en un punto de inflexión. Si su talento en bruto sigue siendo innegable, su actitud y su gestión de las presiones externas deben mejorar rápidamente.

En Montreal, la paciencia de los aficionados es limitada, y las expectativas vinculadas a su contrato de 7,6 millones de dólares al año no harán más que amplificar las críticas.

Para evitar convertirse en un ejemplo de promesas incumplidas, necesitará inspirarse en jugadores como Caufield, quienes encarnan la ética de trabajo y la humildad necesarias para prosperar en la NHL.

La pelota está en su tejado. Slafkovsky tiene el talento para triunfar, pero son su mentalidad y sus decisiones, dentro y fuera del hielo, las que determinarán si se convierte en una estrella o en una decepción.

Por ahora, deberá elegir entre la risa fácil y la necesaria seriedad.

En Montreal sólo hablarán los resultados.

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