Los participantes partirán este sábado 4 de enero. El encuentro es una cita obligada a principios de año para los amantes de los coches antiguos.
La carretera y los paisajes de montaña. Estas son, en pocas palabras, las razones que justifican la presencia en la línea de salida de una cuarentena de aficionados con motivo de la 25ª edición del Farivernale. El pistoletazo de salida se dio en Auzet (Alpes-de-Haute-Provence) este sábado 4 de enero.
“Se debe a los paisajes, al estado de la carretera y al ambiente, que es muy agradable”, confirma Dominique Larroque, piloto aficionado de rallyes de Borgoña. “A falta de nieve, venimos a buscar un poco de deslizamiento, como en el rally Dévoluy que hicimos recientemente. ¡Estoy encantado de estar allí!”
Algunos observadores al borde de la carretera silban de admiración cuando pasan los coches. Ford, Renault e incluso Toyota, todos o casi todos anteriores a 1983. “Compré este Golf GTI en 1986 y todavía está ahí”, declara orgulloso Manosquin Thierry Husson. Allí somos una tropa de seis coches entre primos e hijos. Venimos a hacer el Farivernale todos los años”.
240 km en dos departamentos
Están previstas dos paradas en Montclar y Grand Larra, con degustación de tourtons a lo largo del camino, en un recorrido de 240 km por los Alpes de Alta Provenza y los Altos Alpes.
“Es un recorrido con caminos pequeños que permiten deslizarse y divertirse”, analiza Jean-Pierre Morlan, presidente de la asociación Farigoulette Historic Team, que organiza la prueba.
Pese a todo, el cambio climático ha cambiado un poco el rumbo a lo largo de los años. “Al principio era para deslizarse ya que se hace el primer fin de semana de enero. Pero en los últimos años se ha vuelto un poco difícil deslizarse”, admite François Rolland, tesorero de la asociación.
Sin embargo, persiste una tradición: el inevitable trago de farigoule, un licor a base de tomillo, al llegar a la meta.