Juraj Slafkovsky, el prospecto alguna vez promocionado como el futuro de los Montreal Canadiens, no tiene idea de la presión titánica que le espera la próxima temporada.
Con un magro salario de 950.000 dólares este año, todavía se beneficia de la relativa indulgencia de los aficionados y los medios.
Pero a partir de la próxima temporada, su contrato valorado en 7,6 millones de dólares anuales durante ocho años cambiará todo.
Marcar dos goles en 24 partidos sigue estando bien cuando el jugador en cuestión gana un salario inferior al millón de dólares.
Esta temporada, Slafkovsky no cumplirá con los criterios necesarios para recibir su bonificación por desempeño ($3,5 millones), un hecho que revela sus dificultades para producir en un rol ofensivo.
Sin embargo, a pesar de este decepcionante comienzo, la organización y la afición todavía le conceden el beneficio de la duda.
Pero el próximo julio, cuando llegue a su cuenta el primer pago de su lucrativo contrato de 7,6 millones de dólares, la indulgencia desaparecerá.
Con 7,6 millones de dólares al año, Slafkovsky tendrá que cumplir con altas expectativas:
Primero, necesitará producir de manera consistente. Se espera que produzca una producción ofensiva de al menos 25 a 30 goles y 60 puntos por temporada. AL MÍNIMO.
Tendrá que imponer su presencia física. Con 6 pies 3 pulgadas y 240 libras, necesitará ser un jugador físicamente dominante, un verdadero ala-pivote y no un gran jugador de hockey con miedo a romperse una uña.
Los jugadores con este salario no pueden permitirse el lujo de desaparecer durante los partidos importantes.
Actualmente, Slafkovsky no ha demostrado estas cualidades. Su juego es irregular, su impacto ofensivo es marginal y a veces parece perdido en el hielo.
En una liga donde cada dólar cuenta, las comparaciones serán inevitables. Como referencia, jugadores como Tage Thompson ganan 7,143 millones de dólares al año y producen a un nivel de élite. (14 goles, 21 puntos en 22 partidos).
Si Slafkovsky continúa luchando por encontrar el fondo de la red o influir en los juegos, rápidamente se convertirá en la cara de un desastre contractual en Montreal.
Los ecos dentro de la organización sugieren cierto nerviosismo. Kent Hughes y Jeff Gorton, quienes hicieron de Slafkovsky su piedra angular al otorgarle este contrato, saben que están jugando en grande.
Si el joven eslovaco no cumple con las expectativas, la presión también provendrá de la alta dirección y de los accionistas, que no aceptarán otro error monumental después de años de reconstrucción.
Slafkovsky también tendrá que afrontar una tormenta mediática sin precedentes en Montreal. Periodistas y aficionados, que han sido relativamente indulgentes esta temporada, no dudarán en criticar duramente sus actuaciones el año que viene.
Cada partido sin goles, cada presencia ineficaz sobre el hielo será analizada, analizada y amplificada.
Si Slafkovsky no mejora su juego, el peor de los casos podría convertirse en realidad.
Su contrato podría convertirse en una carga para la organización, limitando la flexibilidad salarial y provocando la ira de los fanáticos.
La presión será insuperable. A los 20 años, Slafkovsky podría estar desmoronándose ante las expectativas, lo que afectaría su desarrollo y su confianza.
Juraj Slafkovsky se encuentra en un punto de inflexión en su carrera. Lo que hoy se tolera –la ausencia de producción, la falta de coherencia, la incapacidad de imponer el propio físico– será imperdonable el año que viene.
El joven delantero tendrá que demostrar que puede ser algo más que un “proyecto” o una apuesta a largo plazo.
Si fracasa, su contrato de 7,6 millones de dólares podría convertirse en uno de los peores en la historia reciente de la NHL, y los Montreal Canadiens tendrán que responder por esta arriesgada inversión.
La tormenta se acerca y Slafkovsky tendrá que estar preparado para afrontarla.
La pobre está a punto de dar un salto vertiginoso hacia una nueva esfera de presión y exigencia. A partir de la próxima temporada, sus ingresos despertarán tanto fascinación como preocupación.
Actualmente criticado por su actuación, está claro que Slafkovsky tendrá que justificar cada céntimo de esta colosal suma en el hielo.
Para comprender mejor la magnitud de este salario, comparémoslo con una transacción inmobiliaria que ha sido noticia hoy: la venta del ático de Lise Watier en Montreal, una suntuosa residencia situada en el Santuario del Mont-Royal.
Con sus tres dormitorios, tres baños, terrazas panorámicas y 5,600 pies cuadrados, esta propiedad de lujo se vendió por $5,825 millones.
¡Y sin embargo, Juraj Slafkovsky se embolsará mucho más que eso en una sola temporada! Imagínese: en un año ganará casi 5 millones (10,75 millones de dólares canadienses equivalen a 7,6 millones de dólares estadounidenses) más de lo que el nuevo propietario pagó por esta residencia excepcional.
Este contraste ilustra perfectamente la magnitud de la suma en juego y la inmensa presión que la acompaña.
El problema es que Slafkovsky todavía no parece preparado para este tipo de papel. Sus actuaciones recientes muestran a un jugador incapaz de usar su cuerpo de manera efectiva, reacio a realizar tiros y, a menudo, fuera de posición en la zona ofensiva.
Si Slafkovsky no fuera tan bueno, sería un jugador marginal. No muestra las cualidades que se esperan de una primera selección o de un jugador pagado a este nivel.
Y aquellos que quieran minimizar la presión, recuerden: el canadiense apostó fuerte por Slafkovsky. Más grande que el ático de Lise Watier.
Pero por ahora, ese futuro parece tan frágil como un castillo de naipes.
Y mucho menos sólido que el ático de Lise Watier. Digamos que el comprador de esta casa de lujo obtiene más por su dinero que Kent Hughes con Slafkovsky.
Un piso enorme, un delantero demasiado grande… pero que juega como un niño pequeño.
Ay.