Maddli, un cachorro de San Bernardo, mascota de la Eurocopa femenina en Suiza

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Con sólo 13 años, Lucas Chiche se prepara para subir al escenario del prestigioso Théâtre du Léman este sábado a las 19.30 horas. Un concierto excepcional para un joven prodigio ginebrino que, a pesar de su edad, ya ha actuado en escenarios de renombre como el Carnegie Hall de Nueva York o el Tchaikovsky Hall de Moscú. Con una madurez impresionante, Lucas se consolida como una figura emergente del piano clásico, dispuesto a transmitir toda la emoción que extrae de las obras que interpreta. Él era mi invitado.

“Un día mi mamá compró un piano y yo toqué melodías en él. Así empezó”, dice Lucas Chiche. Lo que empezó como un simple hobby rápidamente se transformó en una vocación. A los nueve años, Lucas participó en sus primeros concursos y se dio cuenta de que la música clásica no era sólo un hobby: era su destino.

Hoy en día, sus compositores favoritos –Beethoven, Rachmaninov y Chopin– nutren su repertorio. “Rachmaninov es increíble, pero sus obras son complejas porque tenía manos gigantes. Tengo que esperar a que el mío crezca para tocar determinadas piezas”, explica entre risas.

Para dar escalofríos sobre todo

Para este concierto en el Théâtre du Léman, Lucas y su profesor, Mladen Čulić, perfeccionaron cuidadosamente el programa. Tras numerosas adaptaciones, el público podrá disfrutar de obras de Gluck, Chopin, Schubert y Beethoven. En la segunda parte, compartirá escenario con su amigo David Chen para una interpretación a cuatro manos de la Fantasía de Schubert. “Es mucho trabajo, pero estoy muy emocionado”, confiesa con los ojos brillantes.

Aunque es consciente de su talento, Lucas destaca la importancia de la emoción en sus actuaciones. “Mi objetivo no es mostrar mi técnica, sino transmitir emoción, alegría o incluso tristeza”, explica. Este enfoque sincero y sensible atrae a un público cada vez más amplio, como lo demuestran los comentarios elogiosos que recibe en las redes sociales. “La gente viene intencionadamente a escucharme y quiero darles algo a cambio”, añade.

Un prodigio, pero sobre todo un adolescente

A pesar de su éxito, Lucas sigue siendo un adolescente como cualquier otro. Le gusta jugar baloncesto, pasar tiempo con sus amigos e ir a la escuela. Sus camaradas, lejos de dejarse intimidar por sus hazañas, lo apoyaron con entusiasmo. “Están muy orgullosos de mí, algunos vendrán al concierto. Es tan bueno tener amigos como ellos”, dice agradecido.

Cuando se le pregunta sobre sus ambiciones, Lucas habla de su sueño de convertirse en un gran pianista, colaborando con prestigiosas orquestas como la Orchestre de la Suisse Romande o la orquesta del Festival de Verbier. ¡Pero por ahora se centra en su desarrollo y en los trabajos que podrá realizar cuando sus manos sean más grandes!

Mientras tanto, Lucas nos invita a descubrir o redescubrir la riqueza de la música clásica. “Es increíble, da emociones únicas. Me gustaría que los jóvenes escucharan más a Beethoven, Mozart o Rachmaninov”, afirma.

Con IA

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