Al parecer, los eternos perdedores de la propaganda argelina han vuelto a encontrar su objetivo favorito: Marruecos, por supuesto, y esta vez, su brillante representante deportivo y financiero, Fouzi Lekjaa.
En una campaña tan difamatoria como ridícula, estos medios controlados por los militares están atacando a un hombre cuyos logros hablan por sí solos, eclipsando las escasas ambiciones de sus seniles amos. Una mirada retrospectiva a otro intento desesperado de menospreciar al inquebrantable liderazgo marroquí.
Según las primeras tonterías difundidas por algunos educados medios de comunicación argelinos, Lekjaa estaría en el centro de oscuras maniobras en el seno de la CAF y de la FIFA. Nada menos. Sin pruebas, sin hechos, pero con una buena dosis de fértil imaginación, estos órganos de propaganda presentan al estadista marroquí como un manipulador, supuestamente implicado en “juegos de influencia”. Escuchándolos, Fouzi Lekjaa se dedicaba a mover hilos invisibles para debilitar a Argelia en el panorama deportivo.
La obsesión enfermiza
¿La ironía de esta historia? Argelia no necesita a Lekjaa para minar su propio fútbol. Entre una gestión catastrófica de sus clubes, una selección nacional con ambiciones hipotéticas y unas infraestructuras que se derrumban más rápido que sus lemas, la realidad basta para ilustrar su decadencia. Entonces, ¿por qué buscar un chivo expiatorio? Quizás para distraer la atención de sus propios fracasos.
En otra versión, más fantástica, estos mismos medios acusan a Lekjaa de monopolizar el poder dentro de los organismos deportivos africanos e internacionales. Su proximidad a los dirigentes de la FIFA y la CAF, lejos de ser una ventaja para África, sería vista como una amenaza. Evidentemente, estas acusaciones provienen de un país que nunca ha logrado obtener la más mínima credibilidad en estos casos, por falta de estrategia o de competencia.
Lo realmente preocupante es que Lekjaa, con su seriedad y su arduo trabajo, coloque a Marruecos y África en el centro de los debates internacionales. Gracias a él, Marruecos es hoy un actor clave en el fútbol mundial, con proyectos ambiciosos como la CAN 2025, la coorganización del Mundial de 2030 y una federación nacional que sirve de modelo. Mientras tanto, Argelia sigue intentando restaurar su imagen con acusaciones descabelladas que no convencen a nadie excepto a ellos, como buenos perdedores.
Versión marroquí: la respuesta de un líder visionario
Por parte marroquí, no hay tiempo que perder con estas puerilidades. Fouzi Lekjaa, como estadista comprometido, continúa trabajando por el desarrollo del deporte marroquí y africano. Sus esfuerzos dentro de la CAF y la FIFA demuestran una visión clara: hacer del deporte una palanca para el desarrollo y la influencia internacional. Bajo su liderazgo, Marruecos no sólo ha multiplicado sus éxitos deportivos, sino que se ha convertido en una auténtica locomotora para África, atrayendo inversiones, grandes eventos y reconocimiento mundial.
Lekjaa no se deja perturbar por los ladridos de los medios de comunicación argelinos. ¿Por qué lo haría? Las acusaciones infundadas son sólo una prueba más de la enfermiza obsesión de Argel por su vecino occidental. En lugar de atacar a un hombre que trabaja para su país y su continente, tal vez sería hora de que estos medios reflexionen sobre sus propios fracasos. Pero eso requeriría un mínimo de lucidez, un bien escaso al otro lado de la frontera al este del Edén.
Fouzi Lekjaa simboliza todo lo que representa Marruecos: excelencia, visión y acción. Mientras algunos se pierden en vergonzosas campañas de desinformación, Marruecos sigue adelante con sus ambiciones y sus logros. Las calumnias argelinas no hacen más que confirmar una verdad: Marruecos es inquietante, y mucho mejor. Esto demuestra que está en el camino correcto.
Así pues, a los medios argelinos por orden de los dos seniles desde el balcón del espectáculo de los Muppets realizados en Argelia, una pequeña sugerencia: las decepciones deportivas en Argelia, no es eso lo que más falta, por lo que sería mejor concentrarse en ellos y arrasar en casa.