Martin St-Louis nunca había parecido tan vulnerable. En una rara apertura, el entrenador de los Montreal Canadiens insinuó profundas dudas, preguntándose incluso si ganaría otro partido como entrenador de la NHL.
Sus palabras inmediatamente recorrieron la liga, sorprendieron a muchos observadores y generaron dudas sobre su confianza en sí mismo y la estabilidad de su rol.
“Las dudas son parte de tu evolución. Es parte de tu ADN, y responder a ello y afrontarlo, » reaccionó Antoine Roussel al micrófono de Mario Langlois en 98.5 FM, afirmando que una confesión era rara en el hockey profesional.
“En su caso, tal vez podría haber mantenido un poco de vergüenza a este nivel, porque, precisamente, estamos hablando de eso. Esto plantea todo tipo de preguntas. »
Ciertamente, para los fanáticos, la transparencia de St. Louis es reconfortante, pero en el despiadado mundo de la NHL, esa vulnerabilidad puede verse como debilidad.
Mientras su equipo intenta salir de su letargo, esta declaración también podría tener un impacto en la moral del vestuario, dando la impresión de que incluso su líder está perdiendo confianza en la capacidad del equipo para recuperarse.
“A veces no es necesario escuchar la honestidad en su totalidad”.
Para St. Louis, esta honestidad bien podría resultar contraproducente. Si esperaba reunir a sus jugadores a su alrededor, el técnico podría lamentar este momento de fragilidad, que, para algunos, demuestra una falta de certeza y confianza en sus propias capacidades.
En una temporada de reconstrucción, mostrar defectos de esta manera, por más humanos que sean, podría costarle caro, según Roussel.
“Es bastante raro que alguien se exponga de esta manera”.
La noche del lunes será recordada para siempre en Quebec.
Si bien esta victoria puso fin a una devastadora serie de seis derrotas consecutivas, St-Louis parecía emocionado, con los ojos visiblemente húmedos, abrumado por la carga emocional de esta liberación tan esperada.
En una conferencia de prensa, St-Louis pronunció palabras significativas y compartió recuerdos de su carrera como jugador que resuenan con su actual carrera como entrenador.
“Recuerdo que, como jugador, a veces pensaba que nunca volvería a jugar en la liga… A veces me decía a mí mismo, nunca volveré a marcar un gol en la liga. »
Este momento de intimidad con la prensa, tan raro para un entrenador a menudo considerado intocable, conmovió tanto a los periodistas presentes como a los aficionados, revelando a un hombre para quien la victoria de esta noche fue mucho más allá del simple resultado.
Pero este momento también mostró a un hombre al borde del abismo mental y psicológicamente.
St. Louis continuó, sugiriendo que las dudas incluso lo habían afectado en sus nuevas funciones como entrenador.
“Como entrenador joven, te lo juro, a veces piensas: ‘Espera, voy a ganar otro partido de liga’. »
Este tipo de confesión, hecha con emoción, es inusual en el entorno ultracompetitivo de la NHL.
Para él, esta victoria fue un alivio, un recordatorio de que es capaz de guiar a este joven equipo a través de la adversidad, a pesar del peso de las críticas y de los ojos inquisitivos puestos en cada decisión.
Los periodistas, generalmente críticos, se sintieron conmovidos por la sinceridad de St-Louis y algunos se sintieron conmovidos al ver a un entrenador de la NHL tan humano y frágil.
St-Louis, que a menudo afirma no prestar atención a las críticas, pareció reconocer aquí la constante presión mediática.
Esta tarde reveló un St-Louis conmovedor, pero al mismo tiempo un St-Louis débil y afectado.
Ha demostrado a los aficionados, a los periodistas, pero sobre todo a sus jugadores, que está devorado por el peso de cada derrota.
Un entrenador en la cima de la NHL, ante una serie de derrotas, no puede permitirse el lujo de derrumbarse así y mucho menos dejar que sus temores se muestren ante los medios.
Al preguntarse públicamente si “ganaría otro partido de liga”, St. Louis ofreció la imagen de un entrenador consumido por la incertidumbre, mostrando una debilidad mental que muchos aficionados y observadores consideraron indigna de su puesto.
Si bien los jugadores necesitan un líder fuerte, un modelo confiado capaz de guiarlos incluso en los momentos más oscuros, St. Louis reveló una fragilidad que deja perplejo.
Esta vulnerabilidad, para algunos una prueba de sinceridad, para otros pasa como una admisión de derrota, una señal de que el entrenador duda de sus capacidades.
Un entrenador mentalmente fuerte se habría guardado estos pensamientos para sí mismo, utilizando la adversidad como combustible para redoblar sus esfuerzos, no como excusa para expresar sus debilidades.
Al mostrarse tan vulnerable, St-Louis creó malestar en torno a su liderazgo. Para un entrenador, mostrar humanidad es una cosa, pero dejar brillar el miedo al fracaso es otra.
¿Tiene Martin St-Louis la mentalidad de ser el entrenador que esperan los Montreal Canadiens, o este momento de emoción delata una debilidad profunda, difícil de conciliar con las exigencias de la NHL?
Hacer la pregunta es responderla.