Samuel Montembeault atraviesa actualmente uno de los periodos más oscuros de su carrera.
Su periplo con los Montreal Canadiens se convirtió en una auténtica pesadilla, marcada por una sucesión de fracasos y críticas despiadadas.
La humillante derrota ante el Seattle Kraken (8-2) todavía parece perseguirle.
Montembeault no sólo encajó cinco goles en quince tiros en apenas 21 minutos de juego, sino que sus declaraciones post partido también echaron más leña al fuego.
Su comentario: “Va directamente a la basura”. Ni siquiera un vídeo. Ni siquiera miramos eso. » – fue visto por sus seguidores como una señal de abandono, y la acusación de derrotismo no tardó en surgir.
Montembeault no se desplomó tanto en las derrotas ante los Pingüinos, las Llamas y los Diablos, pero nunca realizó la salvada importante que podría salvar a su equipo.
Las redes sociales, sin piedad, han amplificado esta percepción de falta de combatividad del portero.
Montembeault, que ya durante su etapa en los Florida Panthers fue acusado de no estar en óptimas condiciones físicas y de dejarse desestabilizar por goles fáciles, hoy se encuentra bajo un intenso fuego de críticas.
Su paso por las exenciones de los Panthers, que alguna vez fue un simple episodio de su carrera, ahora está justificado por muchos.
Hay que admitir que Montembeault no parece el portero más en forma, ni física ni mentalmente.
La presión ejercida por jóvenes promesas como Jacob Fowler y Jakob Dobes no ayuda a su situación.
Fowler, descrito como la “octava maravilla del mundo” por sus pares y potencial heredero de Carey Price, despierta entusiasmo y admiración, cualidades que parecen faltar en Montembeault a los ojos de la dirección de los Canadiens.
Y el comienzo excepcional de Fowler con Boston College sólo añade presión sobre los hombros de Montembeault.
Kent Hughes, que nunca ocultó su interés en opciones alternativas porque nunca creyó en Montembeault, intentó sin éxito reclutar porteros más talentosos, incluido el joven Yaroslav Askarov e incluso el veterano Marc-André Fleury en el pasado.
Recordemos que este verano el director general del CH examinó la posibilidad de incorporar a Yaroslav Askarov.
La oferta propuesta incluía una selección de primera ronda (la de los Panthers o los Flames) y Filip Mesar, un movimiento significativo que realmente afectó la confianza del quebequense, incluso si los Preds prefirieron la oferta de los Sharks.
Son tantas señales que sacuden aún más a Montembeault, que nunca ha disfrutado de un apoyo real de su organización.
Además de Askarov, el canadiense también consideró la pasada temporada recurrir a Marc-André Fleury. El quebequense, varias veces ganador de la Copa Stanley, habría representado un golpe simbólico para Montembeault, que nunca se ha ganado realmente a los líderes.
El hecho de que Hughes esté dispuesto a sacrificar una selección de primera ronda para atraer a otro portero demuestra hasta qué punto la directiva de los Canadiens no cree que Montembeault sea capaz de llevar al equipo a largo plazo.
En esta temporada 2024-2025, a pesar de un comienzo alentador, Montembeault da la razón a sus dirigentes por no haber creído nunca en él.
La aparente indiferencia del quebequense ante los errores refuerza las dudas sobre su mentalidad, siempre descrita como débil en Florida.
Con la reconstrucción del equipo en marcha y la futura llegada de jóvenes porteros con talento, el futuro de Montembeault en Montreal parece comprometido.
Con cada paso en falso, se alzan cada vez más voces para exigir su reemplazo. Esta falta de apoyo de la dirección, combinada con la incesante presión pública, coloca a Montembeault en una posición extremadamente frágil.
Le queda poco tiempo para demostrar que puede levantarse y convencer de que sus cualidades superan las de los jóvenes aspirantes que crecen detrás de él. Pero mientras el futuro de Fowler se ilumina, el de Montembeault se vuelve cada vez más oscuro.
El quebequense tendrá que luchar en todos los frentes: en el hielo, por supuesto, pero también contra la creciente desconfianza y el sentimiento de rechazo por parte de su propio club.
Stéphane Waite, ex entrenador de porteros de los Canadiens, sigue aumentando las críticas públicas contra Montembeault, considerándolo insuficiente para llevar al canadiense a un nivel de competición digno de la NHL.
Waite, aunque alejado de la organización, utiliza frecuentemente su exposición mediática para cuestionar el desempeño de Montembeault, lamentando sus deficiencias técnicas y su falta de consistencia, y abogando por un cambio completo frente a la red.
Esta situación coloca a Montembeault en una posición imposible, donde cada mala actuación se utiliza como justificación para su posible sustituto.
Montembeault también debe afrontar una auténtica guerra psicológica, mientras la dirección, con sus acciones, alimenta constantemente la posibilidad de instalarlo como un simple sustituto de los jóvenes porteros en desarrollo.
Sin olvidar las críticas virulentas en las redes sociales, donde a Montembeault se le llama cada vez más “chokeux”.
Cada error, cada comentario mal interpretado por los medios, refuerza la imagen de Montembeault abrumado por la situación.
Ya no se trata de una simple caída, sino de un colapso público, orquestado por una dirección que busca una nueva cara frente a la red.
Tenemos que afrontar la realidad: Montembeault es sólo un engranaje temporal en la máquina de reconstrucción canadiense, un papel ingrato y sin salida.
Terminará saliendo por la puerta en un futuro próximo. Este es su destino.