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Es simple: a partir del cuarto asalto, fue sólo para él. El surcoreano, lógicamente elegido MVP de la final, empezó desbloqueando la parte más adictiva de la serie, con una inspiración genial de la que sólo él tiene el secreto, una “movimiento intuitivo”como él mismo lo llamó, en su Sylas. Lo volvió a hacer en la quinta partida, inevitablemente decisiva, mostrándose deslumbrante sobre su Galio, para revertir dos situaciones favorables a BLG e impulsar a sus jóvenes compañeros, siempre dispuestos a seguir sus iniciativas, hacia la victoria. El día antes de la final, anunció en rueda de prensa que no sería “No es su último partido”. Con semejante nivel hubiera sido una pena parar tan pronto.