Quizás el Servette aún no esté preparado para eso, para dominar el fútbol suizo. Los granates deben esperar que el hábito llegue con el tiempo. Pero mientras tanto, bajar de rango no parece molestar a nadie. Thomas Häberli a la cabeza. “¿Perder ese primer lugar? No es ningún problema”, sonrió casi aliviado el técnico granate tras el empate 2-2 contra el Lucerna el jueves.
Como si esta presión lo hubiera inhibido. Es una teoría en desarrollo. Como si Häberli se hubiera visto demasiado bien después de la victoria del domingo por 3-1 en Zúrich, con esta posición de liderazgo. Lo que importa: las decisiones que tome el técnico para esta reunión de mitad de semana.
Porque podemos reconocer a Häberli por la audacia de sus decisiones en las últimas semanas, teniendo en cuenta que no apuntaba sólo al jueves. Allí casi cabría preguntarse qué quería jugar el técnico, porque el edificio granate estaba un poco molesto por las opciones tomadas.
Severin lateral izquierdo
Por primera vez en varias temporadas, Yoan Séverin se encontró en el lado izquierdo de la defensa. Y no Théo Magnin, a pesar de haber realizado una excelente actuación en Zurich. “Había una razón táctica, con el rombo 4-4-2 del Lucerna”, explica el joven lateral. Esto nos permitió quedarnos tres atrás con el balón.
Esto también lo justifica Häberli: “Hemos estado haciendo esto desde el inicio de la temporada. Allí quería tener a Séverin por la izquierda, tener un zurdo y también ser fuerte en el juego aéreo.
Tiene razón: no es del todo nuevo que Servette adopte esta base de tres en su construcción. Aunque el enfoque suele ser diferente. Antes de su lesión, Bradley Mazikou era un habitual en la posición de centrocampista de posesión, con Keigo Tsunemoto o Gaël Ondoua completando los tres.
Al cambiar la situación, Häberli tocó el equilibrio y la estructura servetiana. También sorprendió el hecho de alinear a Anthony Baron, en lugar de Gaël Ondoua: “Anthony empezó muy bien contra el Zurich, en el centro del campo, señala su entrenador. Encuentra los espacios, puede cambiar bien el juego. Esa era la idea y tal vez lo haga de nuevo”.
Un Servette con menos equilibrio
Cualquiera. Excepto que no es sólo la elección de los jugadores los que cuestionan. Servette también jugaba así, es decir, con mucha fluidez en los movimientos. Fue interesante. El constante cambio de posiciones dificultaba la lectura de Lucerna.
Pero esta complejidad también resultó en una estructura frágil. Con menos marcadores por perder el balón. Aunque Häberli estaba satisfecho con su elección: “Lo que hicimos funcionó”, insistió. Fuimos dominantes, controlamos bien el partido”.
Tenemos derecho a no estar completamente de acuerdo. Porque Servette fue mejor que Lucerna, y el control que tuvo sobre el partido (más del 65% de posesión) habla de ello. Pero los Granates no ganaron porque les faltó control en los momentos clave.
E incluso si Häberli corrigiera la situación en la segunda parte, optando por un 4-4-2 más clásico, hay que considerar que el Servette debería haber abandonado este partido antes. Para atribuirlo a la inexperiencia: ser el primero es algo que se puede aprender.