Martin Lemay simplemente destruyó a Cole Caufield, descrito como una “pelota” durante el programa Le Retour des Sportsifs, en BPM Sports.
Lemay dijo que el capitán Nick Suzuki se convertiría en un mejor jugador sin tener que cargar con la carga de Caufield en la línea superior, un comentario que resonó fuertemente entre los oyentes.
Para bien y para mal.
Para Lemay, el problema es claro: Caufield, a pesar de su talento ofensivo unidimensional, sigue siendo precisamente… un jugador unidimensional… que lucha por influir en el juego más allá de sus goles.
Los críticos de Lemay dicen que Caufield a menudo parece perdido cuando no tiene el disco.
En varias ocasiones, quedó fuera de las batallas a lo largo de los tableros, pareciendo carecer de la dureza para competir con oponentes más físicos.
Su contribución defensiva también deja mucho que desear, alimentando debates sobre la legitimidad de su salario anual de 7,85 millones de dólares.
Algunos dirán que Lemay es demasiado duro, recordando que Caufield marcó ayer el único gol.
Otros argumentarán que su impacto ofensivo compensa con creces sus deficiencias, especialmente si se considera que podría convertirse en un goleador de 40 goles.
Sin embargo, para Lemay nada puede justificar plenamente su papel protagonista.
El entrenador Martin St-Louis también trabaja estrechamente con él para reforzar su juego defensivo, un aspecto a menudo descuidado entre los atacantes jóvenes con perfil ofensivo.
La evolución de St. Louis, que supo corregir sus propios defectos para finalmente ingresar al Salón de la Fama, sirve de modelo a Caufield.
Si logra adaptarse y convertirse en un jugador más completo, críticas como las de Martin Lemay podrían desaparecer.
Por el momento, Caufield divide Quebec. Las expectativas son altas y las opiniones polarizadas.
Según Lemay, una cosa es segura: si no marca, sus defectos serán imposibles de ignorar.
Debe redescubrir sus instintos goleadores para recuperar la confianza de sus detractores y demostrar que merece cada dólar de su lucrativo contrato.
Según Martin Lemay, la presencia de Cole Caufield junto a Nick Suzuki en primera línea perjudica directamente el rendimiento del capitán.
Lemay dice que Suzuki se ve obligado a compensar las deficiencias defensivas y la falta de dureza de Caufield, lo que le impide concentrarse plenamente en su propio juego.
En otras palabras, el trabajo extra que Suzuki tiene que hacer en su zona y en la cobertura defensiva le priva de la energía y el tiempo necesarios para explotar plenamente su talento ofensivo.
Para Lemay, el problema es que cuando Caufield está en el hielo, Suzuki no sólo debe gestionar las amenazas contrarias, sino también cubrir los defectos de su compañero, lo que le obliga a salir de su papel natural de creador de juego.
Esta situación limita las oportunidades de Suzuki para generar oportunidades de gol y desarrollar una química óptima con otros atacantes, ya que constantemente se ve obligado a “jugar al fuego” para apagar los incendios provocados por los errores defensivos de Caufield.
Según Lemay, resulta evidente que la dinámica actual entre Suzuki y Caufield debe reevaluarse si los Montreal Canadiens quieren sacar el máximo provecho de su primera línea.
Si bien Caufield tiene un innegable talento para anotar goles, es absolutamente necesario mejorar en los aspectos defensivos de su juego para dejar de ser un lastre para Suzuki.
De lo contrario, es posible que el canadiense tenga que plantearse redistribuir roles y encontrar un extremo más completo que acompañe a su joven capitán.
Las expectativas puestas en Caufield son enormes, y tendrá que demostrar que puede ser más que un simple anotador, sino un jugador capaz de elevar su nivel de juego para ayudar a todo el equipo, especialmente a su compañero más importante, Nick Suzuki.
Lemay está convencido de que nunca llegará a ser ese jugador. Mordaz… y despiadado…