Amal Imani, del ring de lucha libre al arbitraje en los Juegos Olímpicos

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En su ciudad natal, Casablanca, Amal Imani creció en una familia donde el padre deseaba transmitir los valores del deporte a sus hijos. Así, el hermano domina el taekwondo y la hermana el kárate, mientras que Amal aprendió judo a los cuatro años.

Nacida en 1981 y apasionada del deporte, obtuvo una licenciatura en ciencias experimentales con orientación deportiva. En 1997, el equipo Raja Casablanca buscaba talentos en sambo y judo. Amal es seleccionada para participar en la Copa Africana de Lucha Libre.

Tercero en el podio continental, el joven luchador consiguió la medalla de oro en los Juegos Africanos de Egipto al año siguiente. La edición siguiente no contó con su participación, debido a los preparativos del bachillerato. Pero en 2000 ganó la plata en Túnez y en 2001 terminó tercera.

Después de sus hazañas regionales, Amal recibe una oferta del club de lucha francés US Metro. Firmó un contrato por cuatro años, en 2000. Pero cuando llegó a Francia, las cosas no fueron tan fáciles como hubiera imaginado. Al principio se encuentra “sola, sin familia, durmiendo en la calle y haciendo muchos trabajos ocasionales” para ganarse la vida. “Mi entrenador, Hamdi Adli, me apoyó y cuidó de mí. Fue como un segundo padre para mí”, nos cuenta.

Poco después, Amal encontró trabajo en la empresa de transporte público RATP, asociada a US Metro. Conoce a su marido, Saber Reklaoui, con quien ahora tiene tres hijos.

“Mi sueño era participar en los Juegos Olímpicos, pero la lucha femenina aún no estaba integrada. No se incluyó hasta los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004, pero para entonces yo estaba en Francia, me había casado, tenía hijos y mi relación con la lucha libre había terminado. »

Obras fieles

Regreso a Marruecos

Tras años alejada de los cuadriláteros, Amal decidió volver a la competición en 2013 como entrenadora. Multiplica las certificaciones y desarrolla numerosos clubes franceses, como el Olympique Lutte Dreux Atlas, el US Metro y el Paris Lutte.

En 2017 decidió regresar a Marruecos, realizando un proyecto de formación de lucha femenina, que defendió ante la Real Federación Marroquí. “Me dijeron que no había vacante y me propusieron la idea de incorporarme al arbitraje, lo cual acepté”, nos cuenta.

“Participé en eventos a nivel árabe y en el segundo año participé en los Juegos Africanos, donde obtuve el tercer diploma internacional. Al año siguiente conseguí el segundo. Entonces me tomé un descanso, a causa de la pandemia de 2020, luego obtuve el primer diploma. El año pasado finalmente conseguí el olímpico”.

Obras fieles

Amal empezó a aspirar a participar en los Juegos Olímpicos como árbitro. Apoyada por la Real Federación Marroquí de Lucha, participó en el Campeonato Africano, luego en la clasificación continental para los Juegos Olímpicos, antes de ser seleccionada para el Campeonato Mundial de Clasificación en Estambul. Luego fue invitada a seguir una formación en Grecia.

“Empecé tarde mi carrera arbitral. Mis compañeros tienen más de 20 años de experiencia en el campo. Pero gracias a Dios, con el apoyo de la federación y de su presidente, aprobé rápidamente mis exámenes”, nos cuenta Amal. Luego fue elegida entre 11 árbitras para supervisar los combates durante los Juegos Olímpicos de París 2024.

“No esperaba esta participación. En cambio, estaba planeando los Juegos Olímpicos de 2028 en Los Ángeles. Pero los cuatro años de duro trabajo dieron sus frutos y fui uno de los árbitros seleccionados para los Juegos Olímpicos de París”.

Obras fieles

Distinguida participación en los Juegos Olímpicos de 2024

A Amal se le encomendó la tarea de arbitrar muchas peleas. “Recibí muchos comentarios positivos, demostré claramente que el arbitraje a nivel internacional requiere rigor y disciplina para alcanzar el alto nivel aceptado en Europa y Asia”, nos dijo nuevamente.

Hoy, Amal Imani describe su experiencia en los Juegos Olímpicos como “excepcional”, “un momento mágico y lleno de emoción”. Destacó que sintió un gran alivio al abandonar el ring, satisfecha con su desempeño, con su misión cumplida de manera justa e imparcial. “No hay nada más satisfactorio que sentir la responsabilidad de juzgar y saber que cada decisión tomada contribuyó a la integridad de la competición”, confía el árbitro.

De hecho, la preparación para las peleas que arbitra comienza fuera del ring, “mental y físicamente”. “Empiezo leyendo algunas suras del Sagrado Corán, ya que esto me ayuda a encontrar la calma y la concentración necesarias, luego me lanzo a orar. Después de esta preparación espiritual, me dedico al entrenamiento físico, porque el arbitraje requiere mucha agilidad y buena condición”, enfatiza.

Amal, que ahora vive en Amboise, Francia, aspira a unirse al comité de arbitraje de la Federación Internacional de Lucha Libre y trabajar para desarrollar el campo. También continúa desempeñando funciones de formación en Francia, al mismo tiempo que colabora con la Real Federación de Marruecos, en todos los aspectos relacionados con su área de especialización. Queda así a disposición de su patria.

Amal enfatizó que todo el crédito por lo que logró es de su difunto padre. “Mi padre es el responsable de mi entrada en el mundo del deporte. Siempre me dijo que iba a llegar a los niveles más altos. Estaba muy orgulloso de mí. Él fue un gran apoyo para mí. Todo lo que hago lo considero en honor a mi padre”, nos dijo el árbitro.

Además de la lucha libre, Amal es miembro de una asociación que ayuda a los niños en situaciones difíciles a través del deporte en Amboise, llamada “Association des Enfants du Quartier”.

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