Detenido a su regreso de Siria y luego encarcelado en una prisión de Meknes en 2018, un yihadista marroquí de unos ochenta años pide el perdón real y una sentencia reducida. Su familia pide su traslado a Tánger para estar cerca de él y visitarlo periódicamente.
Mustapha El Harrak, de 80 años, cumple una condena de 10 años de prisión en Meknes, lejos de su familia que vive en Tánger. Es uno de los marroquíes que se unieron al Estado Islámico (EI) en Siria en 2014. Posteriormente se le unieron su esposa e hijos. Allí pasarán cuatro años. Pero las difíciles condiciones les obligarán a regresar a Marruecos. El padre de familia será arrestado, condenado, encarcelado. Su estado de salud, que se había deteriorado a su regreso al país, ha mejorado. Hoy pide perdón al rey Mohammed VI. En su defecto, condiciones más leves o incluso una reducción de la pena. Su hijo pide a la administración penitenciaria que traslade a su padre a Tánger para facilitar las visitas familiares, informa Al3omk. Dice que hace unos 12 meses que no puede verlo debido a la distancia. También envió solicitudes para que el octogenario se beneficie de un programa de reconciliación.
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Unos 1.659 marroquíes partieron hacia la región sirio-iraquí para luchar junto a Daesh. 774 de ellos (387 niños, 136 mujeres y 251 combatientes) siguen varados en la región, según datos comunicados anteriormente por Habboub Cherkaoui, director de la Oficina Central de Investigación Judicial (BCIJ). Hay más de 10.000 combatientes del Estado Islámico en prisiones en Siria, así como un potencial “Estado Islámico de próxima generación”, formado por decenas de miles de niños que residen en campos de desplazados en todo el noreste del país, y “combatientes libres”. Daesh es el objetivo en Siria, precisa el mando central estadounidense en un comunicado de prensa.
