Grégory, 46 años, intentó suicidarse. Esta experiencia lo llevó a una transformación notable, impulsándolo hacia una nueva vida llena de alegría y logros.
Grégory, de 46 años, lucha cada día por una nueva vida, lejos de los oscuros abismos en los que estuvo a punto de caer. Anteriormente representante de ventas, ahora se encuentra en silla de ruedas y trabaja como entrenador deportivo para adultos con discapacidad mental.
Una tarde de octubre, al borde de la desesperación, Gregory se encuentra en un puente, dispuesto a acabar con su vida. El agotamiento profesional y los problemas de relación lo llevan al borde del vacío, a 15 metros sobre las vías del tren.
“En ese momento pasaba una ambulancia, por casualidad, y el paramédico se bajó de su auto para hablar conmigo. Esta persona intentó impedirme que saltara durante quince minutos, veinte minutos. aun asi decidi hacerlo” él dice.
“No estaba planeado que muriera ahora”
Con la espalda y las piernas hechas pedazos, Grégory aguanta. Coma, cuidados intensivos y luego rehabilitación. Aunque su cuerpo quedó destrozado por la caída que siguió, su espíritu encontró nuevo vigor en la recuperación.
“Para mí fue una descarga eléctrica, fue un detonante.“, confiesa, subrayando que esta terrible experiencia le abrió los ojos: “En realidad, no estaba planeado que muriera ahora.“.
Hoy, este entrenador deportivo dice: “Ya no tengo ningún deseo de suicidarme. Ya no tengo ningún síndrome depresivo. Soy alguien extremadamente feliz, extremadamente realizado y extremadamente feliz en la vida.“.
Voluntario de Cruz Roja y entrenador deportivo.
Grégory irradia una contagiosa alegría de vivir, que le llevó a trabajar como voluntario en una tienda de ropa de segunda mano gestionada por la Cruz Roja. Aquí su experiencia encuentra un nuevo uso.
Sylvie, una de las voluntarias, explica riendo: “Estamos en el hospital porque todo el mundo tiene historias de vida con accidentes. Y venir a trabajar aquí juntos, con un buen espíritu de equipo, eleva la moral de todos.“.
Pero su deseo de ayudar no termina ahí. También dedica parte de su tiempo a dar clases de deporte en un centro para personas con discapacidad psíquica.
“En mi carrera empresarial, he visto clientes que nunca quedaron satisfechos. Cuando vengo a enseñarles aquí, al final de la lección, vemos que están contentos, vemos que están contentos, que se lo han pasado bien y eso es todo lo que quiero, de hecho” él dijo.
Para llegar allí, Grégory utiliza el autobús: “Aprendí a lidiar con aceras y bordillos. Aprendí a tomar el autobús y es algo que, para mí, me da total autonomía para poder ir a donde quiera.” el explica.
El comienzo de su nueva vida.
Un viaje increíble, un cambio de rumbo increíble. Pero los años de depresión y la decisión de intentar suicidarse dejaron heridas abiertas.
En su vida anterior, Grégory también fue padre: “Si mañana mis hijas decidieran volver a verme, obviamente las volvería a ver. Pero no voy a intentar forzar nada. Esperaba su regreso. Hoy ya no lo espero, pero si deciden cruzar la puerta, la puerta estará abierta para ellos, eso está claro.“.
Con un tatuaje en el brazo, una especie de nueva partida de nacimiento: “Hoy ya tengo dos fechas oficiales, mi cumpleaños, el 15 de marzo y tengo mi segunda fecha, que es la fecha de mi cumpleaños, entonces la fecha de mi accidente que hoy celebro como el comienzo de mi nueva vida.“.
“Hoy me gustaría mucho enviar un mensaje positivo, decir que incluso cuando las cosas no van nada bien, siempre hay una manera de superarlo. Lo único es quererlo, en realidad.” concluye el entrenador deportivo.
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