Hace un año, la desaparición de Francis Lafargue, “el intendente de Miguel Indurain”

Hace un año, la desaparición de Francis Lafargue, “el intendente de Miguel Indurain”
Hace un año, la desaparición de Francis Lafargue, “el intendente de Miguel Indurain”
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Responsable de relaciones públicas, y no directivo como suele decirse, Francis Lafargue no deja de responder a las invitaciones y peticiones de todo tipo dirigidas a Miguel Indurain. Misión que siempre lleva a cabo con incluso humor. El Biarrot, afincado en Larressore desde hace casi diez años, es a la vez mayordomo y confidente de los navarros. Pero también fue de Pedro Delgado. Una historia de hombres y amistad nacida de una pasión común: el ciclismo. Una historia sencilla.

¿Habría adivinado Francis Lafargue, un modesto empleado de la Seguridad Social en Bayona, que José-Miguel Echavarri, un buen día, lo llamaría a su lado? “Cuando era joven”, dice, “corría en bicicleta con Dominique Arnaud y Biscay, que ganó el “Kilomètre Rustine” con los colores del VC Biarrot. En ese momento, José-Miguel Echavarri corría profesionalmente con BIC. Debí haberlo visto dos o tres veces en Biarritz, donde venía de vez en cuando a ver a alguno de sus tíos. Pero nuestro encuentro más recordado fue sin duda con motivo de San Fermín, en Pamplona, ​​donde regentaba un bar. Lo recordó un poco después…”.

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Francis Lafargue todavía no debía haber abandonado el mundo del ciclismo. Inmediatamente después de su servicio nacional, probó el rugby, como exige la tradición cuando eres vasco y el atractivo de la vida al aire libre te aleja de los trinquets. En Arcangues y Larressore, el dorsal número 15 estaba prendido a su maillot polar. Joder, no podía mentir: al no poder suplantar a Serge Blanco, se casó con Nande Iraçabal, la sobrina del indestructible pilar del Remo.

Recuerdo de Pamplona

En 1980, la incorporación de su amigo Dominique Arnaud al nuevo equipo Reynolds le devolvió al ciclismo. “En aquella época”, recuerda Francis Lafargue, “el ciclismo español estaba en su punto más bajo. Sin embargo, Reynolds se inscribió en el Tour en 1983. El mismo año en el que José-Miguel Echávarri, quizás espoleado por el tarnosiano, recordaba el “festayre” que se encontró en una febril calle de Pamplona. “Me llamó para que fuera su intérprete”, dice Francis Lafargue. No iba a dejar pasar esta oportunidad. A decir verdad, tuve suerte, y también en los años siguientes, de encontrar mucha comprensión entre mis empleadores. Dediqué gran parte de mis vacaciones a seguir al equipo de Reynolds. Pero nunca me impidieron tomar licencias no remuneradas si fuera necesario”.


El artículo de “Sud Ouest” dedicado a Francis Lafargue, 26 de julio de 1992.

Archivos del suroeste

Esto se debe a que Francis Lafargue era cada vez más imprescindible para el director deportivo de la selección española. 1988 al fondo. El año de Pedro Delgado. “Mi mejor y mi peor recuerdo”, dice aún hoy Biarrot. Donde el anuncio hecho a la prensa de que el segoviano había sido declarado positivo, aunque el producto incriminado, el probenicida, no estaba en la lista prohibida por la UCI, provocó confusión hasta su llegada a París. “Aún estoy feliz de que Perico haya demostrado ser fuerte entonces. Yo por este asunto bajé 5 kilos en tres días…”.

Desde entonces, tengan la seguridad de que Francis Lafargue ha encontrado su figura. O mejor dicho, sus líneas, cuya redondez recuerda a las colinas de este País Vasco al que tanto apega. Este rincón de Francia donde Pedro Delgado y Miguel Indurain vienen a pagar una buena tajada cuando se les presenta la oportunidad. “Ambos saben que la casa está siempre abierta para ellos y el frigorífico bien abastecido. Quizás no lo sepas, pero Perico es un entusiasta de la gastronomía. Conoce todos los buenos restaurantes de la zona y el restaurante de los hermanos Ibarboure, en Guéthary, no tiene secretos para él”. Cuando habla de los duetistas de Banesto, Francis Lafargue habla de ellos como de sus hermanos. Bien es cierto que, desde 1989, fecha de su compromiso definitivo con la selección española, ha trabajado con ellos de forma habitual. “Ese año di el paso. Estoy en deuda con la Seguridad Social por no haber hecho nada que pudiera impedirme compaginar una pasión original con una nueva profesión. Más allá del salario que me ofrecieron, estaba entrando al campo de mis sueños”.

solucionarlo

Una elección tanto menos difícil de tomar cuanto que la década de 1990 presagiaba el reinado del conquistador de Villava. “Quizás”, corrige Francis Lafargue, “pero aún así tenía que abrirme a Nande, mi esposa”. Hoy, en Larressore, está aún más sola que antes. Por supuesto, siempre están Maider y Peyo con ella, pero los viajes del dueño de la casa se han hecho más largos, también más frecuentes. Es culpa de Miguel.

Miguel Indurain, Francis Lafargue lo conoce por dentro y por fuera. “Desde 1983 exactamente. Lo vi crecer en el equipo de Reynolds cuando todavía éramos un equipo pequeño que viajaba en un autobús lento. Quizás lo olvidemos, pero en 1987, el año anterior a la llegada de Perico, sólo había cuatro Reynolds en la meta del Tour de París: Gorospé Hernández-Úbeda, Marc Gómez y Miguel…”

¿El campeón ya se estaba abriendo paso bajo el mando de su compañero de equipo? “Sabíamos que tenía cualidades, ¡pero imaginar que podría ganar el Tour de Francia! Recuerdo que en su momento, cuando vino a mi casa, quienes lo vieron pensaron que era un jugador de rugby”. ¿Oh? “Miguel es un tipo extraordinario. Su gran fortaleza es esa serenidad que desprende a diario. Sin embargo, también es capaz de enfadarse. Pero nunca guarda rencor…”.

El día que se escriba la biografía de Miguel Indurain, podemos apostar que Francis Lafargue será el escritor fantasma. ¿No se está ocupando ya de todos sus contratos post-Tour? “Y lamentablemente tengo que tomar decisiones. Todos los organizadores del criterium lo piden, pero su objetivo ahora es el campeonato del mundo que tendrá lugar el 6 de septiembre en Bénodorme, donde viven los padres de su prometida. Por el momento, sólo se ha dado un acuerdo final a Monein, Château-Chinon, Hendaya y Lourdes. Sé que mi amigo Georges Barrière lo espera en Castillon-la-Bataille, pero no veo cómo podremos hacerlo. Sobre todo porque Miguel, durante este período, tiene muchas ganas de asistir a los Juegos Olímpicos. Y luego, al final de la temporada, todavía se le espera en Noruega, Japón, México y Guadalupe. Y me corresponde a mí solucionarlo…”.

Basta decir que en Larressore es posible que Nande, Maïder y Peyo no vean mucho al hombre que esperan con impaciencia desde el inicio del Giro y la llegada del Tour. El lunes no habrá salido de París y el martes estará en Pamplona donde, como el año pasado, Miguel Indurain será recibido con gran pompa en el Parlamento de Navarra. Qué lejos quedan los días de la Seguridad Social pero qué dulce es, al final de una Gira de contornos europeos, el sonido del escudo.

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