lo esencial
Aparecidas en el siglo pasado con el desarrollo de la industria agroalimentaria y la llegada de los productos preenvasados, las tiendas móviles de alimentación, que casi habían desaparecido en favor de la distribución masiva, vuelven a llegar al campo.
Aún no es un negocio exitoso financieramente. Los nuevos tenderos nómadas son unánimes: el contacto humano sigue siendo una de las principales dimensiones de su actividad. Una oferta de antaño actualizada por la crisis sanitaria del Covid-19 y la inevitable despoblación de pueblos aislados. Como en toda Francia, en Aude y en los Pirineos Orientales, dos de cada tres pueblos no tienen tiendas de alimentos desde hace mucho tiempo. La mayoría bajó el telón en los años 1970 y con la llegada de supermercados y espacios comerciales cada vez más gigantescos.
Afortunadamente, a bordo de su furgoneta tienda, algunos itinerantes acérrimos, que previamente habían anunciado su llegada con bocinas destinadas a unir a la población, resistieron. Hasta encontrar un sustituto. Jóvenes o sus mayores impulsados por el sentido común campesino, la conciencia ecológica y el deseo de difundir por los valles productos regionales u orgánicos de calidad.
En cualquier caso, este es el deseo de dos lugareños, Rui Viana y Delphine Béteille, que han probado la aventura y están llenos de ideas para perpetuar el futuro de su tienda sobre ruedas. Y abastecer al mayor número posible de zonas rurales desiertas. Historia de “Devuélvele sentido a mi vida” para uno y “por pasión por la comida y las relaciones” por el otro, ils recorre así los caseríos al volante de su transitada furgoneta, devolviendo sabores perdidos a los habitantes de los rincones más lejanos de los países catalanes y del Aude.
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