A principios de 2025, los síntomas del Covid-19 siguen siendo los relacionados con la circulación de la variante Omicron (y sus sublinajes), mayoritaria en el mundo. Los más comúnmente observados son fatiga, dolor de cabeza, fiebre, tos y secreción nasal. Las nuevas cepas pueden ser menos peligrosas que las de hace cinco años, pero pueden ser mortales, advierten funcionarios de salud pública de todo el mundo. Todo lo que hizo falta fue ver florecer nuevamente las máscaras en los lugares públicos.
Dr. Abderrahmane Cherfouh *
Hace cinco años, en enero de 2020, el Covid-19 invadió el mundo y puso patas arriba la vida de toda la humanidad. El peligro vino de lo infinitamente pequeño y causó daños enormes: más de 20 millones de muertes según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Cinco años después, esta pandemia aún no ha revelado todos sus secretos. Algunas preguntas siguen sin respuesta.
Para los investigadores y científicos, el coronavirus fue un accidente de la naturaleza, lo que no es la opinión de los teóricos de la conspiración que afirman que es el resultado de una manipulación humana deliberada y planificada, sin aportar la menor evidencia.
Inicialmente, hubo un vector animal, probablemente el pangolín, que infectó a una persona en un mercado público en un lugar cercano a un laboratorio de biología de muy alta seguridad en Wuhan, China. Esta persona contaminará a su vez a decenas, miles y millones de otras… Pronto, toda la humanidad se verá afectada, ya que el virus habrá encontrado un terreno fértil para su rápida propagación, a través de sucesivas contaminaciones, y a una velocidad que se ha vuelto incontrolable.
La vida en la tierra se ha congelado
La pandemia aprovechará la ignorancia, la inexperiencia, la inconsciencia, la negligencia, así como la gran movilidad de las personas y sus concentraciones (aviones, barcos, trenes, autobuses, estadios, cines, reuniones, mercados, conciertos, fiestas, etc.) para propagarse a la velocidad del rayo. Con la ayuda de la densidad de población, de aldeas a ciudades, de regiones a territorios, de países a continentes, la pandemia ha despegado y se ha extendido a todas las regiones del mundo, incluso a las más remotas y aisladas.
Con el inicio de la pandemia, la vida en la tierra se congeló a la espera de que ocurriera el milagro. Y antes del desarrollo de las primeras vacunas, fue necesario un año de confinamiento, distanciamiento social, uso de mascarillas, espera febril y sacrificios. Fue, recordemos, una auténtica pesadilla mundial.
Para frenar esta terrible pandemia que amenazaba con arrasarlo todo, era necesario encontrar una vacuna capaz de superarla lo más rápidamente posible. Decenas de laboratorios de todo el mundo se han embarcado en una carrera contrarreloj para desarrollar dicha vacuna. Y en apenas un año ocurrió el milagro. Para conseguirlo, Pfizer y Moderna utilizaron una nueva tecnología, el ARN mensajero. Años de investigación previa, incluidos descubrimientos ganadores del Premio Nobel, fueron esenciales para que esta nueva tecnología funcionara.
Las vacunas desarrolladas han sido de gran utilidad y han demostrado su eficacia, a pesar del escepticismo mostrado por algunos. En cualquier caso, han logrado limitar la propagación de la pandemia, prevenir sus formas graves y evitar numerosas hospitalizaciones y muertes.
Además, en cinco años han surgido al menos cinco variantes del coronavirus que la OMS ha clasificado como preocupantes: Alfa, Beta, Gamma, Delta y Omicron y son objeto de una vigilancia muy intensa porque son más contagiosas, resistentes a vacunación y, a veces, se asocia con un mayor riesgo de enfermedad grave.
Preguntas aún sin respuesta
En este contexto, dos preguntas siguen atormentando la mente de los investigadores y a las que no hemos podido responder científicamente.
1- ¿Por qué el Covid-19 ha salvado a los niños? Se han propuesto varias hipótesis al respecto, pero que aún no están respaldadas por estudios serios y pruebas irrefutables.
2- ¿Por qué no se produjo la catástrofe prevista en los países africanos? Dada la extrema pobreza que azota a los países africanos, los pocos recursos que estos países tienen y sus sistemas de salud deficientes y mal preparados, expertos de todos lados han advertido sobre una masacre en África con decenas de millones de muertes. No fue nada de eso. África fue el continente menos afectado. Y es en los países desarrollados, más organizados y mejor equipados, donde el virus ha causado más estragos. ¿Cómo explicar esta paradoja?
En un momento en el que vuelve a surgir la amenaza de un posible retorno de la pandemia con virus mutantes y en el que las mascarillas regresan a los lugares públicos de todo el mundo, estas preguntas vuelven al centro de las noticias. El único consuelo: hoy estamos mejor preparados y mejor equipados para afrontar cualquier eventualidad.
* Doctor.