Se trata de una auténtica aventura familiar. En julio de 2001, al hacerse cargo de la empresa hortícola de sus padres, Les Serres d’Autoire (Lot), Bruno y Lydie Lacaze decidieron perpetuar una tradición de casi 56 años. Sin embargo, retomar la empresa es un gran desafío.
Desde julio de 2001, cuando tomaron las riendas de la empresa, los hermanos se enfrentaron a su primer problema: la feroz competencia de los viveros y las grandes superficies, que ofrecen productos del extranjero a precios extremadamente bajos, según nos contaron a nuestros compañeros de -.
El mal tiempo y la crisis del Covid se sucedieron
Estos nuevos actores están provocando numerosos cierres entre las pequeñas empresas del sector. No será el caso de los Lacaze, pero se enfrentarán a cosas mucho peores. Olas de calor, inundaciones, heladas, granizo e incluso la crisis del Covid están poniendo a prueba la determinación de los nuevos propietarios. Cuando su moral está por los suelos, llegará una ayuda inesperada.
Un pequeño grupo de personas decide echarles una mano para que este negocio local siga vivo. Más allá de la ayuda física, este apoyo supone un auténtico estímulo para la moral de los dos propietarios. Este primer gesto espontáneo podría encontrar un eco más amplio entre quienes se preocupan por la preservación de los productos locales. En cualquier caso, las puertas del invernadero están abiertas de par en par para quienes quieran echar una mano.
