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El monje y el fotógrafo combinan su poesía en la península de Crozon

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Su poesía se nutre de la fuerza de la naturaleza y respira de sus respectivas emociones. “Somos así diferentes, pero compartimos muchas cosas”, comienza el fotógrafo, consciente de que su lugar de vida, en la península de Crozon, se presta a la meditación y a la elevación del alma. ¿Cuántas playas, senderos y ensenadas secretas? “La ría no es otra cosa que el mar que nos recibe con los brazos abiertos”, afirma el poeta Gilles Baudry, que permanece durante mucho tiempo en la sombra, en su estilo característico.

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Muy inspirado en la poesía moderna de René Guy Cadou, Gilles Baudry es una firma reconocida de la poesía francesa. Ha creado, con Aïcha Dupoy de Guitard, una magnífica obra de imágenes y textos breves que celebran la península de Crozon en sus múltiples formas. (Vincent Le Guern)

El título de esta nueva obra, “Infinitudes”, una contracción del infinito y de la soledad, se impuso al fotógrafo, una mañana muy tranquila, en el puerto de Brest. “Estaba en mi kayak, suspendido entre el cielo y el mar. La niebla envolvía el fondo del puerto, como suele ocurrir por la mañana. Estaba evolucionando en un intermedio indefinible. »

Encuentro en un camino hundido

Su encuentro se remonta a unos diez años. “Estaba en un camino hueco, en un pasaje estrecho”, recuerda Gilles Baudry. Ella iba a caballo y yo a pie”, cuenta el monje de la abadía de Landévennec, acostumbrado a paseos solitarios.

Su inquebrantable amor por la naturaleza floreció con “La mañana de los árboles”, estrenada en 2017. Le siguieron “Aguas interiores”, en 2019, e “Infinitudes”, en 2024, donde el fotógrafo decidió llevar al monje benedictino hacia mar abierto.

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En el surco de Port-Maria, donde el agua de mar del puerto de Brest se encuentra con el agua dulce del río Aulne. (Vincent Le Guern)

“Soy un marinero de agua dulce, de un lugar remoto cerca de Nantes. Soy más un hombre de playa. Mi vida está aquí, entre el río y el bosque de Landévennec. Cuando Aïcha me propuso acompañar sus imágenes del mar, sentí un gran vértigo pero, al mismo tiempo, la atracción de estos horizontes infinitos. »

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“Gilles Baudry publica, desde hace muchos años, poesía profunda y discreta, a su imagen. “Rara vez publica”, afirma Alain-Gabriel Monot, que firma el epílogo de la obra. (Vincent Le Guern)

Para el hermano Gilles, la naturaleza y estos momentos suspendidos son la expresión de Dios. “Nos gusta el silencio, la soledad, nos gusta vivir retirados, cada uno a su manera”, especifica el fotógrafo, no creyente. Curiosa por la vida de la comunidad religiosa, Aïcha Dupoy de Guitard vino a fotografiar a los hermanos de la abadía durante un año. “Tenía carta blanca. Compartí su vida diaria. Hicimos una exposición de ello. Sin sus rostros fotografiados, algunos habrían dejado pocas huellas. »

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Establecida desde hace 20 años en Landévennec, la fotógrafa Aïcha Dupoy de Guitard no se cansa de esta naturaleza cruda y de las múltiples facetas de la península de Crozon. (Vincent Le Guern)

Días ocupados

Encontrarlos y caminar junto a ellos, desde el parque de la abadía, prolonga el placer de la lectura. Naturaleza absolutamente tranquila e inspiradora. “Los autores vienen a menudo a verme aquí”, explica Gilles Baudry. Hablamos de poesía y de muchos otros temas. » Está también la extensa correspondencia que recibe regularmente en la abadía, por correo, de sus lectores y otros poetas. “Me esfuerzo por responder a todos, aunque sea muy tarde. »¿Y cómo no mencionar las múltiples tareas que deben realizarse dentro de la comunidad, que ha pasado de una treintena de monjes a su llegada en 1976 a sólo catorce en la actualidad? Acogida de visitas, gestión de la biblioteca, elaboración de gelatinas de frutas, redacción de cantos religiosos (himnos) de forma colectiva, redacción de la crónica comunitaria, etc. El cantor comienza a las 5 de la mañana, con una primera oración (seis durante el día). A sus 76 años, no le falta trabajo, con un corto día de desierto (descanso) al mes. “Sería incapaz de escribir novelas con personajes que ocuparían demasiado mi mente, mientras que los textos breves me dan total libertad. »

Por su parte, Aïcha Dupoy de Guitard no se cansa de contemplar su península donde el mar y el cielo se funden. En algunas de sus fotografías, un humano, frente a la inmensidad del océano… “Aquí las emociones y la belleza se vuelven una. Sólo hay que tomarse el tiempo para mirar”, explica con sencillez, en una península donde la espiritualidad es inseparable de la naturaleza.

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Después de los árboles y las atmósferas forestales, Aïcha Dupoy de Guitard y Gilles Baudry exploran, en “Infinitudes” (Éditions Calligrammes), la dimensión marítima de la península de Crozon y del puerto de Brest. (Vincent Le Guern)

volver a la gracia

La poesía ha sido durante mucho tiempo el pariente pobre de la literatura en Francia. “Estamos muy por detrás de la mayoría de los países europeos”, observa Gilles Baudry. “Pero cada vez nos topamos con ellos en las redes sociales”, se alegra Aïcha Dupoy de Guitard. Su poesía cruzada, una oda a una naturaleza plenamente accesible, suena ante nuestros ojos como un retorno providencial a la gracia.

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