En las Tullerías, el centro de arte dedicado a las imágenes desde el siglo XIX hasta nuestros días celebra su aniversario con dos mujeres de temperamento fuerte.
La fría lluvia otoñal cayó el viernes por la noche sobre la cola de visitantes que esperaban para entrar en el estrecho edificio Jeu de Paume para celebrar el 20º aniversario de este templo parisino de la fotografía, la Place de la Concorde. No importaba, esperaron alegremente, como si esta corta edad fuera garantía de libertad inextinguible y celebración garantizada. Ya sea Chris Dercon, nuevo director general de la Fundación Cartier, Jean-Hubert Martin, ex director del Museo Nacional de Arte Moderno, o Philippe Chancel, pilar de los Rencontres d’Arles, que fotografió la pieza. Pantallas en el Odeón. “¡Desde los Juegos Olímpicos sabemos que no hay evento exitoso en París sin lluvia!”lanzó, al iniciar su discurso, Quentin Bajac, director del Jeu de Paume desde enero de 2019.
Entre paraguas y discursos, se produjeron atascos en la entrada donde se celebraba el escenario, donde Solange Salem-Rein, presidenta de los Amigos del Jeu de Paume, recibió a los invitados con toda la cortesía de una maestra de ceremonias. “Me recuerda a una escena de Una noche en Casablanca de los hermanos Marx donde 40 personas intentan caber en la cabina de un transatlántico”bromeó el cinéfilo Quentin Bajac, un estudioso de la fotografía que suele ser mucho más reservado. El presidente del Jeu de Paume, Alain-Dominique Perrin, fuerza de la naturaleza a sus 81 años, relató con su estilo alegre la odisea de este centro de arte y espacio expositivo que en 2004 situó la fotografía en lo que fue el bastión del arte moderno y contemporáneo.
Desnudos arrogantes
Quentin Bajac invitó a subir al podio a la fotógrafa estadounidense Tina Barney, de 78 años, una estrella que tiene “logró convencerme de exponer en París en sólo siete minutos”. Delgada como una neoyorquina, revela su ojo agudo en “Family Ties”, que describe las relaciones familiares y las posiciones de poder en 55 imágenes de gran formato, a menudo impactantes. Muchos estadounidenses en el público de una noche, más chic, más urbanos, para deambular entre la limusina y El modelo desnudoDesnudos arrogantes que hacen sentir muy pequeño al espectador.
Pero el acontecimiento, “Viajar”, lo lleva a cabo una ausente, la cineasta y poeta Chantal Akerman (1950-2015). Esta retrospectiva de Bozar en Bruselas es un diario largo, íntimo y agudo que se desarrolla arriba como un viaje interior. Sus videoinstalaciones son habituales en museos y bienales, como actualmente en Lyon. Su película inquietante Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruselas (1975) encabeza la última lista establecida por el British Film Institute. Está ahí, en múltiples pantallas.
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